Ceuta, 29 de septiembre de 2016.
Esta mañana he subido al Monte Hacho para evaluar in situ las consecuencias del incendio que ayer arrasó buena parte de la ladera suroccidental de este emblemático promontorio. Quería conocer de primera mano si el incendio había afectado al Parque de San Amaro, así que he subido por los caminos interiores de este parque natural hasta el pinar en el que desemboca el camino. Al llegar allí he tomado conciencia de lo milagroso que ha sido la conservación de estos bellos pinos.
Las llamas han llegado hasta los pies de los mismos árboles donde hay una gran cantidad de ramas secas y trozos de troncos. He sentido un gran alivio al comprobar que el lugar que yo llamo “La cama del Hacho” se ha salvado de las llamas. Por un momento he dudado entre sentarme a escribir o continuar mi camino. Mientras me decidía he tomado algunas fotos desde este maravilloso mirador.
Al final decidí seguir el plan previsto y me he dirigido al mismo centro del incendio. En la planicie, desde la que ayer actuaron con gran valentía y arrojo los bomberos, estaban dos miembros del equipo de la “Brigada Forestal” de Ceuta. Habían subido para medir la superficie quemado y tomar los datos necesarios para redactar su perceptivo informe de los daños ambientales provocados por el incendio.
Estando allí me han llamado por teléfono varios medios de comunicación (la Ser, Ceuta Actualidad) y en atendido a un equipo de RTVCE que se había desplazado a la zona. Al poco rato ha llegado un miembro del SEPRONA, cuya misión era investigar las causas del incendio y determinar el punto de inicio del fuego. He quedado con él que si lo necesitan les puedo mandar algunas fotos del comienzo del incendio donde se aprecia con claridad que había varios focos actuando al mismo tiempo y separados en el espacio. Para no alterar la “escena del crimen ambiental” he subido por la ladera norte del Monte Hacho hasta llegar a la zona acordonada por el SEPRONA.
Nada más llegar allí me ha llamado la atención dos cajas de electricidad que, en forma de anafre, están en los dos puntos de inicio del incendio.
También he observado que los daños del incendio no sólo han afectado al patrimonio natural, sino también la cultural. La mancha dejada por la manchas ha destruido uno de los grafitos documentados en los lienzos de la fortaleza del Hacho.
Desde la parte superior de la ciudadela del Hacho es posible observar la magnitud del incendio. Una gran mancha negra cubre ahora unas laderas que, hasta ayer, lucían con un intenso color verde. Un color que le otorgaban las jara del ládano, los jarguarzo o jara negra, el lentisco y el brezo, entre otras especies presentes en la zona. Son especies todas pirófilas, es decir, que son resistentes al fuego, por lo que la recuperación de esta zona será rápida, al menos en la parte arbustiva.
Lo más preocupante son los pinos marítimos y piñoneros que han salido ardiendo. Al quemarse este espacio ha salido a relucir toda la basura que permanecía oculta entre las ramas de los arbustos. La conciencia ambiental en nuestra ciudad brilla por su ausencia. Por si fuera poco, algunos no se conforman con ensuciar el campo, sino que han encontrado una diversión en verlo arder. Esperemos que sean identificados los responsables de este incendio y reciban un merecido castigo por destruir un patrimonio que es de todos.