Ceuta, 22 de noviembre de 2015.
Hoy he vuelto a ir con mi padre a hacer fotos. Al salir de mi casa he visto que el cielo estaba completamente despejado. El fuerte y gélido viento de poniente ha limpiado la atmósfera permitiendo observar con nitidez la orilla europea del Estrecho de Gibraltar.
Queríamos disfrutar de las mejores vistas y para ello hemos subido hasta el monte de la Tortuga. Al llegar allí el viento soplaba con gran intensidad y el frío agarrotaba nuestras manos. A pesar de estas circunstancias climatológicas nos hemos asomado al Estrecho para contemplar un paisaje sublime y majestuoso.
Con mi mirada he barrido el horizonte de oeste a este, para terminar parando mis ojos en Ceuta. La he notado más mágica, sagrada y hermosa que nunca. Durante unos pocos segundos he reflexionado sobre la extraordinaria belleza del lugar en el que nací y vivo. Me he sentido u hombre afortunado por vivir en un sitio tan maravilloso y lleno de encanto.
Desde esta atalaya he imaginado a Ceuta como una isla mágica ubicada en el extremo del mundo conocido en la antigüedad para cantar la bondad y la belleza de la naturaleza. Es un lugar elegido por la Gran Diosa Madre para que en ella le rindan culto y celebren la continua renovación de la vida. Ceuta está llamada a ser la ciudad donde esta reconciliación de los aspectos masculinos y femeninos que rigen el cosmos se haga efectiva. Ya no serán ambas dimensiones de la vida motivo de enfrentamiento, sino de complementariedad enriquecedora y fructífera. Los hombres y las mujeres, unidos por el amor, trabajarán para contemplar la transición desde el actual orden mecanicista un nuevo orden orgánico. La conservación de la naturaleza será una prioridad y desarrollaremos al máximo las energías renovables. Haremos un uso inteligente de la tecnología enfocando su uso a la vida y no a la máquina. Una economía de la vida y de la plenitud sustituirá a la economía del poder y el dinero.
Los seres humanos, siguiendo el ejemplo de los dioses y diosas del Olimpo, creceremos cumpliendo las Siete Edades del Hombre. Nuestra acción cívica estará guiada por el canto de las nueve Musas del Parnaso. Dedicaremos nuestro tiempo al desarrollo cívico, a la educación, a la cultura y al cultivo de las artes.
Todo esto que os cuento lo he vislumbrado contemplando el horizonte azulado del Estrecho de Gibraltar y la bahía en la que Ulises llegó tras su naufragio. En mi admirado Ulises estoy pensado mientras atisbo la ensenada de Belinuex y la majestuosa silueta del Atlante dormido. Yo, al igual que Ulises, he emprendido un viaje onírico sentado en este mirador de Benzú. He penetrado en mi inconsciente, en esa parte de nosotros mismos que hemos ignorado y que debemos asimilar. Lo que he visto es “la reintegración de lo masculino y lo femenino en una relación de reciprocidad, más que de un preeminencia de uno sobre otro” (Joseph Campbell).
Ulises estuvo aquí, en el lugar que ahora admiro desde este mirador. Aquí la hija de Atlante, Calipso, le prometió a Ulises la inmortalidad y la eterna juventud en este paraíso terrenal. Aquí estuvo retenido siete años, el mismo número que da nombre a Ceuta: la Septem Fratres romana.
Según lo describe Homero, en el entorno de la gruta de Calipso “había crecido una verde selva de chopos, álamos y cipreses olorosos donde anidaban aves de luengas alas: búhos, gavilanes y cornejas marinas, de ancha lengua, que se ocupaban en cosas del mar. Allí mismo, junto a la honda cueva, se extendía una viña floreciente, cargada de uvas; y cuatro fuentes manaban muy cerca la una de la otra, dejando correr en varias direcciones sus aguas cristalinas. Se veían en contorno verdes y amenos prados de violetas y apio; y, al llegar allí, hasta un inmortal se hubiese admirado, sintiendo que se le alegraba el corazón”.
Yo no tengo dudas, -como tampoco la tenía el prestigioso helenista francés Víctor Bérard-, a la hora de identificar la isla de Ogigia con el islote del Perejil; y la selva que describe Homero con la bahía de Belinuex ,en la que todavía manan los cuatros manantiales citados en la Odisea. Siento la misma admiración ante este paisaje que la descrita por Homero. Mi corazón está alegre y feliz de contemplar este lugar sagrado, mágico y de belleza sublime. Doy gracias a la vida por haberme dotado de la suficiente sensibilidad para apreciar y gozar de estos paisajes tan bellos. La vida se ha convertido para mí en una extraordinaria aventura que tiene como escenario a Ceuta y a mí como protagonista.
Todos los días descubro nuevos secretos sobre esta tierra mítica. Mis experiencias sensitivas y emotivas son cada vez más intensas y placenteras. Estas experiencias están cambiando mi conducta y algunos rasgos de mi personalidad. Mi risa es distinta y más profunda. Mi semblante algo más serio, pero apacible. Son cambios exteriores que reflejan la profunda transformación que estoy sufriendo en mi interior. Mis ideales sociales y políticos son cada día más firmes y sólidos. Mis pensamientos espirituales más profundos. Mi sabiduría es cada vez mayor y mi creatividad literaria se incrementa por días. Las anotaciones en mi libreta son más frecuentes y mi necesidad de escapar a la naturaleza más apremiante.
Me estoy desprendiendo de la vergüenza y el pudor. No quiero dejar nada sin decir, ni nada sin hacer para lograr una vida digna, rica y plena para mí y para todas las personas que me rodean. Confío en el resurgimiento de la Gran Diosa y el nacimiento de un Mundo Nuevo. Merece la pena dedicar todo el esfuerzo colectivo que seamos capaces aglutinar para lograr la renovación de la vida, la reeducación de nuestras mentes y la restauración de la naturaleza.