Las espirales están presentes de manera constante en la naturaleza. Caracoles, corales marinos, telarañas, fósiles, conchas y un largo etcétera adoptan la forma de una espiral. Las plantas crecen danzando con la espiral de la vida. Este detalle no pasó desapercibido a agudos observadores como el botánico Patrick Geddes, alumno de Charles Darwin y Thomas Huxley.
En 1879, durante una expedición botánica a México, por una enfermedad no diagnosticada, Geddes quedó ciego durante tres meses, periodo en el cual Geddes inventa las “máquinas pensantes” o diagramas de papel plegado. No sabemos qué le pasó en aquellos meses de ceguera. Una mente tan prodigiosa e inquieta como la suya, y curioso observador de la naturaleza con era él, se volcó en escrutar su mundo interior. Cuando recuperó la visión ya no era el mismo. Un cambio profundo afectó a su percepción de la vida y encontró la manera de expresarlo a través de sus enigmáticos diagramas. El primero de ellos es una simple espiral en movimiento con cuatro cuadrantes sobre los que escribió las palabras Town, School, Cloister y City (Pueblo, Escuela, Claustro y Ciudad). Fue su primera aproximación a la hora de relacionar e integrar las esferas de ciencias hasta entonces separadas como la biología, representada por la espiral; la psicología y la sociología.
Patrick Geddes no sólo una gran defensor y potenciador de la vida, sino que también se preocupó por la conservación y revalorización del patrimonio cultural. Como buen conocedor de la cultura celta, con tanta influencia en su Escocia natal, relacionó la forma de la espiral con la famosa espiral celta que fue ultrajada y mancillada por los nazis en su criminal aventura fascista. A partir de la cruz celta explicó que representaban las cuatros cuadrantes en los que había dividido la espiral.
Una de las grandes frustraciones de Patrick Geddes fue constatar que ni siquiera sus más estrechos colaboradores y discípulos, como Lewis Mumford, llegarán a entender el significado y la utilidad de sus “máquinas pensantes”, en especial su “Notación o espiral de la Vida”. Todos consideraron que Geddes se había ofuscado en su intento de hacer comprender la utilidad de sus diagramas, que él llegó a considerar algo parecido a la famosa Piedra Filosofal. Así lo reflejan en sus obras algunos de sus biógrafos como Meller (1994) o Boardman (1949). Este último contaba que las personas que observaban sus diagramas más sencillos los entendían y valoraban. El problema llegaba cuando le tocaba el turno a la “Espiral de la Vida”. Así lo explica Philip Boardman: “Habiendo pedido una provisión de papel, Patrick Geddes procedía a doblar y volver a doblar hojas y a garabatear palabras en los rectángulos que así se formaban, pero a menudo las palabras estaban abreviadas de modo tal que resultaban ininteligibles hasta que se explicaba su significado. Y como el proceso de fabricar estas máquinas pensantes resultaba más gravoso para su productor que la mera explicación de lo que había querido decir con su escritura, muchas de las leyendas quedaron sin descifrar”. Hoy día, con las fotocopiadoras y los cañones de vídeo este problema ha quedado resuelto y resulta mucho más fácil explicar y utilizar el diagrama de la espiral de la vida.
Patrick Geddes no se prodigó mucho con la escritura, a diferencia de su continuador y discípulo Lewis Mumford. No obstante, durante su estancia en la India redactó un breve ensayo en el que explicó el funcionamiento de su diagrama “La espiral de la vida”. Aplicando el contenido de este ensayo, y de otros trabajos de Geddes en el que intentaba explicar el funcionamiento de su máquina pensante, vamos a intentar explicar el funcionamiento de la “Espiral de la Vida”.
El primer cuadrante es el de “la vida práctica sencilla” (1). Corresponde al espacio donde discurre nuestra existencia habitual, donde trabajamos y compartimos la vida con los demás. Con el segundo cuadrante (2) pasamos al mundo de adentro, el de los recuerdos y obras mentales simples. Sin salirnos del mundo de adentro, nos dirigimos al cuadrante de “la vida interior plena”, el del pensamiento y los sueños (3). Por último, una vez recorrido el mundo de adentro enriquecido por la actividad mental elevada, volvemos al mundo de afuera para disfrutar de una vida plena efectiva (4).
Sobre este esquema básico siguió trabajando y añadiendo nuevos elementos que lo enriquecían y ampliaban. El siguiente paso fue añadir los ejes que marcaban la actividad en cada uno de estos cuadrantes.
El cuadrante de la vida práctica sencilla (1), como vemos en este esquema, hay que encuadrarlo en el mundo pasivo-objetivo. La cuerda que marca su actividad está representada por el lugar, trabajo y gente. No es casual que utilizará estos conceptos, ya que el mismo año en el que quedó ciego, y tuvo la primera intuición de su máquina de pensar, había estado varios meses en la Universidad de la Sorbonne, en París, lo que le permitió entrar en contacto con las teorías de Comte y Le Play. Este último le aportó la idea de la profunda interrelación entre el lugar, el trabajo y la gente; y su incidencia en la conformación de la idiosincrasia de los pueblos y la elección de las actividades laborales que allí tienen mayor difusión e importancia.
El segundo cuadrante (2) corresponde, como vimos, a la vida mental simple. El eje que marca nuestro elemental mundo de adentro pasivo-subjetivo aparece representado por la razón, la experiencia y los sentimientos, en un orden ascendente que ya veremos no es tan sencillo ni unidireccional. En este mismo mundo de adentro, pero ahora activo subjetivo, pasamos al cuadrante de la vida interior plena (3), que viene marcado por los ideales, las ideas y la imagen. Desde aquí nos elevamos a la vida plena efectiva (4), regresamos al mundo de afuera, donde nos esperan la política que, mediante la sinergía, nos conduce a la realización de los ideales e ideas que mueven nuestra vida.
Llegamos, de este modo, a la “máquina de pensar” propiamente dicha, que Patrick Geddes denominó “la espiral de la vida”, “la notación de la vida” o “el sentido de la vida”, según la ocasión o el momento. Nosotros preferimos quedarnos con la denominación de “la espiral de la vida”. Veámosla e intentemos explicar como funciona esta original “máquina de pensar”.
Como se puede observar el diagrama se ha complicado bastante. Al combinar la espiral, con los cuadrantes y éstos con los ejes o cuerdas que marcan cada uno de los espacios, tanto del mundo exterior como interior, nos ha quedado un esquema con treinta y seis subcuadrantes. El mundo objetivo-pasivo o de la vida práctica sencilla pasa ahora a denominarse el de los ACTOS o hechos (PUEBLO). Es el mundo del lugar, el trabajo o la gente, en términos humanistas; o el del Medio Ambiente (M), función (F) y organismos (O), si lo abordamos desde el prisma de la ecología.
El diagrama de la notación de la vida puede servirnos tanto para el cálculo vital de un determinado territorio, como para el cálculo social de las personas que lo habitan.
LA ESPIRAL DE LA VIDA: CÁLCULO VITAL
Aunque muchos lo deconozca, la expresión Think Global, Act Local ha sido atribuida a Patrick Geddes. Esta frase no aparece tal cual en su obra «Ciudades en Evolución», pero sin duda está contenida en la siguiente frase: «El «carácter local» no es un mero pintoresquismo accidental copiado del viejo mundo, como sus remedadores piensan y dicen. Sólo se lo consigue en el curso de una captación y tratamiento del medio ambiente en su totalidad, y en simpatía activa con la vida esencial y característica de ese lugar determinado«. Aplicando al espiral de la vida podemos conectar los ecosistemas locales con la tierra y esta, a su vez, con lo local.
Para hacer más comprensible el funcionamiento del diagrama de «la espiral de la vida» vamos a tomar como referencia el patrimonio natural y cultural de Ceuta. El medio natural de esta ciudad norteafricana es rico y diverso. Tanto en tierra, como en el mar o en el aire, multitud de seres vivos desarrollan sus funciones orgánicas y transforman el medio, a la vez que ellos son modificados. Las distintas interrelaciones que se establecen entre los conceptos de medio ambiente, función y organismo pueden ser mejor explicadas a partir del siguiente cuadrante:
El medio ambiente es un instrumento imprescindible para la educación de nuestros niños, y también de nuestros mayores. Todo tenemos que conocer el lugar dónde vivimos. La cuestión esencial para nosotros, como decía Geddes, es volvernos cada vez más analistas; es vivificar y racionalizar nuestra propia experiencia. Es necesario despertar la observación y entenderla, para conocer nuestras regiones y ciudades con más detalle; para hacernos a nosotros mismos más competentes en la practica; y para compartir el despertar y el desarrollo de nuestra propia ciudad, en lugar de delegar meramente nuestra responsabilidad en otros a través del aparato electoral político. Este estudio comienza con ubicarnos en el marco geográfico en el que nos encontramos y que marcan las condiciones naturales de nuestro territorio.
Debemos ir descendiendo en nuestra escala de observación para captar y entender la situación geográfico del lugar analizado y que vamos a utilizar como instrumento educativo. Las fotografías aéreas son de gran de utilidad para este trabajo. Hoy en día contamos con herramientas muy útiles y precisas como Google Maps que nos pueden ayudar en esta fase de encuadre geográfico.
El análisis del territorio comienza con la geología. Es importante conocer la geodiversidad del lugar en el que vivimos y los distintos componentes geológicos que hay en determinado lugar. Este conocimiento es básico para adentrarnos en otros aspectos del lugar como el clima, la hidrología, los suelos, la vegetación, etc…
El clima es también un aspecto fundamental en el análisis y comprensión del lugar. La temperatura y el régimen pluviométricos son dos dimensiones imprescindibles para conocer el territorio y las posibilidades que ofrece para la vida.
Nuestro clima, en combinación con la geología del lugar, dan lugar a lo que conocemos como hidrogeología.
Conocer nuestros ríos y arroyos, así como su estado de conservación, es un apartado importante en el análisis del territorio.
Las características del suelo y sus distintos usos son determinantes para comprender la flora y fauna de un lugar. Según se deterioran nuestros suelos, debido a problemas como la deforestación, la vida animal y vegetal también se ve afectada.
El análisis del suelo nos abre la puerta a la explicación de la flora local.
Seguimos de manera ascendente explicando y mostrando las distintas especies que podemos encontrar en el territorio, agrupándolas por las distintas familias en las que se divide el reino animal.
Hay que prestar también atención a nuestros cielos, sobre todo en lugares como Ceuta, donde los movimientos migratorios de la avifauna es muy importante.
En las ciudades costeras como Ceuta hay que hacer un esfuerzo para acercar la importante del medio marino local.
Todos estos aspectos que conforman la vida de nuestro territorio son unos recursos fundamentales y básicos para la educación integral. Una educación que comprende la educación de los sentidos, la educación ambiental y la educación emocional o del corazón.
Patrick Geddes fue amigo personal y unos de los principales defensores de María Montessori y su educación de los sentidos. Geddes criticaba de manera vehemente la actual ausencia de la naturaleza en escuelas y colegios, con su verbalismo y su papelerío. Algunas de sus frases nos sirven como a nuestra propuesta de educación vitalista integral u holista. Es necesario incrementar las experiencias sensoriales de nuestros niños para favorecer su educación emocional.
El contacto con animales y plantas aportan experiencias emotivas que son básicas para la educación emocional.
Patrick Geddes también conoció y trabajó codo con codo con John Dewey en el desarrollo de la conocida como educación experiencial. Ambos coincidieron en la necesidad de que los niños trabajaran en huertos y jardines escolares, así como en talleres donde desarrollar las habilidades manuales.
Promover un contacto directo de los niños con la naturaleza es básico para su desarrollo integral.
la educación de los sentidos se nutre de experiencias sensoriales intensas y gratificantes, que pueden ser puestas en relación con disciplinas como las ciencias naturales.
El propio Geddes escribió «Madame Montessori ha mostrado cómo es posible enseñar a leer y contar con mucha más rapidez que en la actualidad, y todavía más todos los temas de interés vital y, de consiguiente, de la educación propiamente dicha…La gente se ríe de la educación de los sentidos propugnada por Madame Montessori; pero hay que ir más lejos aún». Y Geddes lo fue para demostrar que la educación de los sentidos tienen mucho que ver la educación en valores y con el respeto a la vida.
Si salirnos del mundo de adentro, como el gustaba decir a Geddes, entramos en el cuadrante del pensamiento, en el que reside la posibilidad de una vida interior plena. La educación vital, integral y holista tiene que ser la base para el desarrollo del pensamiento sistémico u holístico. En el siguiente gráfico mostramos sus principales componentes y cómo se articulan.
La educación de las emociones es la que permitirá la transmutación de nuestros sentimientos en emociones profundas que estarán en la base de una re-religión, cuyos principios son los propios de la ecología espiritual o profunda (ver vídeo)
Como los todos los pensamientos elevados y trascendentes, estos llevan aparejados una doctrina u ética. La re-educación sistémica se apoya en la ética ambiental (ver vídeo).
Igual que la ecología espiritual o profundo nos unirá al restos de los seres vivos y al cosmos, necesitamos de una nueva ciencia que sirve de sustento a la búsqueda de la verdad. El pensamiento integral es diametralmente opuesto al pensamiento análitico, mecanicista y especializado imperante. Nosotros reinvidicamos, siguiendo la terminología geddesiana, los Studia Synthetica. Los trabajos de Lewis Mumford son un ejemplo del pensamiento generalista (ver vídeo).
El pleno desarrollo de los studia Synthetica es el que permitirá la eclosión del pensamiento sistémico, tal y como ha sido concebido por Fritjot Capra (ver vídeo) en sus obras, en especial en su libro «La trama de la vida».
Las experiencias sensoriales y emotivas adquiridas en la escuela integral vitalista son las que alimentadas por la ecología profunda, la ética ambiental y el pensamiento sistémico permitirán una re-creación: un pleno desarrollo y expresión de nuestra imaginación. Una imaginación que se nutrirá de los símbolos naturales y cósmicos.
Las ideas del pensamiento sistémico cuenta con sus propias notaciones gráficas como el diagrama de la espiral de la vida (ver vídeo) que sirve para integral y favorecer el desarrollo integral de nuestros niños, jóvenes y mayores.
Nuestra imaginación creativa encontrará, de nuevo, sus inspiración en la naturaleza y sus formas. Un nuevo mito vital eclosionará de la mano de la re-religión ecológica.
Nuestros mitos recreadores y re-imaginados nos animarán a diseñar y poner en marcha nuestros proyectos educativos, sociales, políticos y económicos, como mi empresa Ceuta Dreams (ver vídeo)
la educación integral vitalista fomentará la imaginación emotiva que tendrá su expresión en la poesía profunda que cante de nuevo a la naturaleza (ver este emotivo vídeo)
El pensamiento sistémico no puede quedar encerrado entre las paredes de nuestros claustros universitarios y centros de investigación tiene que volver al mundo de afuera para alimentarlo y revitalizarlo. El pensamiento sistémico tiene que favorecer el despertar cívico y el esfuerzo constructivo.
Necesitamos una re-política cuyo cimientos tienen que ser construido desde la biophilia: el amor apasionado y entusiasta por todas las formas de vida (ver vídeo sobre E.O. Wilson)
Las ideas filosofías tienen que tener un marcado carácter emotivo. Bajo todas los mitos, religiones y filosofías del pasado discurre una Sophia Perennis que es necesaria reivindicar y difundir. Autores como Ken Wilber (ver vídeo) ha abierto una puerta a la filosofía perenne.
La reconstrucción creativa de nuestro entorno es una parte importante de la acción sistémica. El arte inspirado por la naturaleza (ver vídeo) ocupará un lugar clave en la expresión artística del futuro.
La re-política, además de biofílica, tiene que ser también cívica. La voz de los ciudadanos, inspirados por la Musa Caliope, tiene que escucharse. La crítica vigilante es una parte fundamental de una ciudadanía despierta y constructiva.
La ideas expuestas y defendidas tienen que poner en acción de una manera sinergética, «solo o con el apoyo de todos», como reza en el juramento efébico.
Es necesario lograr despertar el sentido cívico en la ciudadanía con el objetivo de defender la vida, la naturaleza y la dignidad de las personas.
Los ciudadanía está llamada a iniciar un proceso de reconstrucción de nuestros paisajes, de nuestros pueblos, ciudades, mares y montes.
Los ciudadanos en el futuro dedicaremos mucho de nuestro tiempo y esfuerzo a la restauración sinergética. Como profetizó Lewis Mumford en su obra «Las Transformaciones del Hombre», «si al buscar un equilibrio humano queremos empezar por proporcionar un contorno humano equilibrado, en la mayoría de los centros de población más activos tendremos que emprender demoliciones por todos lados al fin de restituir, en un siglo más o menos, algunos de los ingredientes naturales fundamentales para una vida humana plena y rica».
LA ESPIRAL DE LA VIDA: CÁLCULO SOCIAL
El diagrama de la espiral de la vida lo podemos aplicar igualmente al cálculo social que nos lleva del mundo de los ACTOS al de los HECHOS, y en términos geográficos, del PUEBLO, como sociedad más simple, a la CIUDAD como agrupación humana más compleja.
ACTOS
En el primero de los cuadrantes, el de la vida práctica sencilla o ACTOS, el eje principal está marcado por los conceptos de lugar, trabajo y gente. Del primero, es decir del lugar, se ocupa la geografía. El trabajo es el tema de estudio de la economía. Y la antropología es la encargada del análisis de las gentes o pueblos.
Partimos del lugar, del espacio en el que se desenvuelve nuestra vida cotidiana. Desde el punto de visto del trabajo, el lugar se nos muestra en su dimensión de suministrador de los recursos necesarios para el desarrollo de las actividades económicas. Estas condiciones naturales son las que marcan el carácter e idiosincrasia de las gentes del lugar, pues, como dijo Le Play, “si el holandés hace a Holanda; Holanda hace al holandés”. Geddes hizo también suya esa expresión que queda reflejada en las casillas “trabajo-gente” y “lugar de trabajo”.
Al otro lado de la cuerda de la “vida práctica simple”, y en dirección al mundo de las OBRAS, y de fuera hacia adentro de la espiral, el lugar se cruza de nuevo con el trabajo, pero en su dimensión espacial simple, es decir, los lugares concretos en los que se trabajaba, ya sea el mina, el bosque, los cultivos, el mar, los comercios o las fábricas. Todo ello determina el “lugar del pueblo”, entendiendo bajo esta acepción a la localización de un determinado núcleo urbano en el contexto regional, nacional y mundial que va a depender, como vemos, de los vínculos entre lugar, trabajo y gente que coinciden en la misma línea del diagrama.
Como hemos hecho para explicar la utilidad de la espiral de la vida para el cálculo vital, vamos a partir de un caso concreto para acercarnos a su aplicación social. Y lo vamos a hacer trabajando un caso concreto, el que mejor conozco: Ceuta y mi propia vida. Creo que de esta manera será más fácil entender y aplicar la “Espiral de la Vida” a cada existencia concreta.
Comencemos, pues, por el cuadrante de la vida práctica simple, nuestros ACTOS. Estos suceden en un escenario concreto, en un LUGAR con sus particulares rasgos geográficos. Sus condiciones naturales son las que determinan la ocupación principal de sus habitantes: LA GENTE DEL LUGAR. Ceuta está rodeada de mar por tres de sus cuatro lados. El mar ha sido la fuente de subsistencia de los pobladores de Ceuta desde sus orígenes en época prehistórica, -como demuestran los hallazgos en la Cueva y Abrigo de Benzú-, y la base de su economía desde al menos el siglo I a.C, momento en el que se instala en la antigua Septem Fratres un importante complejo industrial dedicado a la producción de salazones y salsas de pescado. Este conjunto fabril estuvo en funcionamiento hasta principios del s.VI d.C. La tradición pesquera ceutí continuó con fuerza durante el periodo medieval, en el que tenemos constancia del funcionamiento de varias almadrabas y la extracción del preciado coral rojo. Las almadrabas fueron también la base fundamental de Ceuta en los siglos XVII y XVIII. Aún hasta principios de los años 70 del pasado siglo XX sigan funcionando varias fábricas de conservas y harinas de pescado. Más tiempo duraron las almadrabas que, no obstante, fueron languideciendo lentamente al mismo tiempo que lo hacían las capturas de atunes.
Como vemos, el mar ha sido el LUGAR DE TRABAJO primordial de los ceutíes. La GENTE de Ceuta ha vivido en y por el mar. Sin embargo, la falta de conciencia de la dimensión ambiental de esta ecuación de LUGAR, TRABAJO y GENTE, es decir, la contínua interacción entre MEDIO AMBIENTE, FUNCIÓN y ORGANISMO, ha llevado a la sobreexplotación de los recursos marinos y a la práctica desaparición del sector pesquero en la actividad económica de la ciudad. Esta lección aún parece que no ha sido entendida del todo por las empresas que en estos últimos años ha reanudado la instalación de almadrabetas en el litoral ceutí. La falta de una permanente observación de un mínimo programa de vigilancia ambiental está llevando al sector a su definitiva desaparición y la pérdida de una ocupación (GENTE TRABAJO) milenaria en nuestra ciudad. Uno de los motivos de este proceso, además de las aludidas causas endógenas, es la menor presencia en Ceuta de personas unidas al lugar, verdaderas GENTES DEL LUGAR, siendo sustituidas por personas para las que Ceuta sólo es el LUGAR DE LA GENTE. Un simple PUEBLO, al no alcanzar la categoría de CIUDAD por la escasez de verdaderos ciudadanos que quieran a esta tierra, trabajen por ella desde el compromiso cívico y valoren su extraordinaria belleza.
OBRAS
Pero sigamos en la línea del lugar. Ahora ya hemos traspasado la línea imaginaria de la realidad objetiva y entramos en el mundo interno. Los lugares pasan a la vida interna del ser humano a través de los sentidos y enriquecen nuestra vida a partir de los sentimientos que nos suscitan (sensación sensorial) y las experiencias que acumulamos primero en la escuela y luego en contacto directo con la naturaleza (sentido experimentado).
Por su parte, el trabajo en su camino hacia el mundo interno determina nuestras ocupaciones y las habilidades que vamos desarrollando a través de nuestra (experiencia sensorial). Como observamos en el diagrama, las habilidades, según Geddes, van aumentando con el incremento de las experiencias, por eso los relaciona con una flecha bidireccional.
La vinculación de nuestros sentidos, las experiencias y los sentimientos con el Lugar, el Trabajo y la Gente es bastante sencilla. Con nuestros SENTIDOS llegamos a conocer nuestro medio ambiente, percibiéndolo y observándolo. Nuestros SENTIMIENTOS evidentemente proceden de nuestra gente, de las más remonta infancia, a través del amor y la atención de nuestros padres, hermanos, familiares y vecinos. Y nuestras EXPERIENCIAS surgen ante todo de nuestras actividades, entre las cuales la predominante es el trabajo.
Las experiencias sentimentales relacionadas con nuestra ocupación son las que definen nuestras habilidades y las concernientes con el lugar marcan nuestro apego a la tierra en la que nacemos y vivimos. A través de nuestros sentidos, como hemos comentado, percibimos en el lugar donde discurre nuestra vida. Pero hay muchas formas de percibir el espacio geográfico. Cuando los hacemos de una forma consciente, viviendo en el presente, captamos la belleza del lugar y nos impregnamos de su esencia. Precisamente, por este motivo, Patrick Geddes fue un firme defensor de la Educación de los Sentidos que promovía María Montessori, a la que debía sumarse el desarrollo de las habilidades manuales y, por supuesto, también de las intelectuales.
En sus comentarios sobre la educación Geddes decía que todos los alumnos debían disponer de su parcela en el jardín de la escuela y su banco en el taller de artesanía. Era muy crítico con el modelo de educación que anteponía la formación de nuestros niños y niñas por las tres R, (Reading, wRiting, aRithmetic), es decir, la lectura, la escritura y la aritmética. Él era partidario de comenzar por las tres M (Madre, Mano y Mente), -pues en ese orden se desarrolla el ser humano-, y las tres H (Heart, Hand y Head), Corazón (sentimientos y emociones), Mano (aprender haciendo) y Cabeza (“libros” o aprendizaje intelectual).
Su apuesta por la educación al aire libre era clara. Así dijo: “¡Pongan a los niños a observar la naturaleza, no con lecciones rotuladas y codificadas sino con sus propios tesoros y fiestas de belleza, como son sus piedras, minerales, cristales, peces y mariposas vivas, flores silvestres, frutas y semillas! Por encima de todo, muéstrenles las plantas cultivadas y los animales bondadosamente domésticos, que domesticaron al hombre en el pasado y que ahora vuelven nuevamente hay que hacer volver para que lo civilizen y le den paz…La maravilla de las estrellas, la maravilla de la piedra, la maravilla de la vida y de la gente; he aquí la sustancia de la astronomía y la física, de la biología y las ciencias sociales. A esto se debe el lugar fundamental del estudio de la naturaleza y de nuestros levantamientos. Apreciar las puestas de sol y los amaneceres, la luna y las estrellas, las maravillas de los vientos, las nubes y la lluvia, la belleza de los bosques, la luna y los campos; he aquí los principios de las ciencias naturales”.
Promulgar el sentimiento de amor a nuestro entorno, desarrollar destrezas manuales relacionadas con la tierra (el cultivo, la jardinería, …) y conocer de primera mano el espacio geográfico en el que nuestros niños y jóvenes es el mecanismo más eficaz para garantizar su aprecio, conocimiento y disfrute estético de nuestro medioambiente y asegurar el éxito en su conservación y acrecentamiento. Patrick Geddes, como comentaba su discípulo Lewis Mumford en “Las transformaciones del hombre”, consideraba que el examen regional “es sobre todo un instrumento de educación que puede reclutar a todos los miembros de la comunidad, así como también a los niños de las escuelas”.
Nuestra escuela, la ESCUELA como así denomina Patrick Geddes a este cuadrante de “la espiral de la vida”, no puede seguir siendo una prisión para nuestros niños y jóvenes. El modelo actual retrasa, cuando no impide, que en el futuro estos niños y niñas, convertidas en personas adultas, participen de manera activa en la política, el enriquecimiento de la cultura local y el embellecimiento de nuestras ciudades. Patrick Geddes expresaba esta idea de la siguiente manera en su libro “Ciudades en Evolución”: “nuestra educación ha sido en el pasado tan libresca, tan estricta nuestra disciplina de las “tres R”(Reading, wRiting, aRithmetic), y casi tan completa nuestra persistencia entre ellas, que nueve de cada diez personas, y a veces hasta más, comprende la letra impresa mejor que las ilustraciones y las ilustraciones mejor que la realidad…Unas cuantas postales bien escogidas producirán más efecto en el espíritu de la gente que la visión directa de sus belleza monumental, los colegios e iglesias por un lado, el palacio, el castillo y el coronamiento de la ciudad por el otro”. Nuestro alejamiento del entorno no sólo impide percibe la belleza, sino también dificulta tomar conciencia de los problemas de nuestro medioambiente y el desarrollo de la visión crítica de los ciudadanos. “Puesto que nos hemos tornado casi ciegos a la belleza de estas calles y los mejores elementos de su vida y herencia, también nos ha ocurrido lo mismo en cuanto a sus aspectos lamentables; sobre todo cuando, como ocurre en determinadas ciudades culturales antiguas, estos aspectos pueden estar representados por la fosilización de la sabiduría o de la religión y no ser simplemente fenómenos de decadencia activa. Sin embargo, incluso a éstos los apreciamos más fácilmente mediante la breve crónica periodística que mediante la tumultuosa miseria que demasiado a menudo encuentran nuestros ojos”.
Esta ceguera artificial, como la define Patrick Geddes, es posible curarla apostando por una educación al aire libre. La difusión de este tipo de educación, tan presente en países escandinavos y en la Escocia natal de Geddes, debido a su inspiración y labor educativa, “comienza a librarnos de esas anteojeras hechas por muchas capas de papel impreso y que durante mucho tiempo tuvimos puestas sobre los ojos”. La enfermedad, por desgracia, está muy enraizada. Todos nosotros, como decía Geddes, “hemos sido más o menos mutilados; en las escuelas hasta se nos convirtió artificialmente en retardados por falta de esas observaciones y no se despertó nuestra inteligencia con la labor y los juegos de la naturaleza. Cada niño necesita su parcela en el jardín de la escuela y su banco en el taller; pero asimismo habría que llevarlo a excursiones cada más extensas que, asimismo, fueran cada vez más de su elección. Tenemos que darles a todos las perspectiva del arte, que comienza con el arte de ver; y luego seguiremos con lo de ver el arte, e incluso con lo de crearlo”.
Nuestras experiencias sensoriales y sentimentales son las que definen por excelencia nuestra conducta personal, así como la moral y las costumbres colectivas. La idiosincrasia de los ceutíes es la propia de las gentes del mar: individualidad fortalecida, confianza en sí mismos, hospitalidad, además de carácter aventurero y abierto. Nuestro benigno clima hace de las gentes de Ceuta personas alegres, extrovertidas y amantes de la conversación improvisada. De igual modo, nuestras ricas experiencias sensoriales nos convierten en seres sensitivos y profundamente amantes de su tierra. Nuestro aislamiento respecto al resto del territorio español, junto a la importante presencia de militares y funcionarios, explica el pensamiento conservador de una parte importante de los ceutíes. Somos un pueblo hermético a las nuevas ideas, dominado por una oligarquía local de carácter hereditario que le aterra cualquier cambio que puede desestabilizar el vigente status quo. Este aislamiento al que nos referimos es más mental que real. El mar no es percibido con un medio de contacto con otras culturas y naciones, sino como una barrera que nos separa de nuestros paisanos peninsulares. Damos la espalda al mar, como también se la damos al continente del que formamos parte.
La manera en la que interiorizamos nuestras experiencias sensoriales tiene una enorme repercusión en la conformación de nuestros símbolos representativos. En el siglo XIII, durante el periodo azafí, la bandera de Ceuta presentaba dos llaves que simbolizaban la importancia geoestratégica de la ciudad como llave del control político y militar del Estrecho de Gibraltar. Esta simbología, estrechamente unida al genius loci, desapareció de un plumazo tras la conquista portuguesa de Ceuta.
PENSAMIENTOS
En el núcleo central de la espiral de la vida, las personas están íntimamente unidas a los sentimientos. Esto nos da pie a comentar que el lema de Patrick era simpatía, sinergia y síntesis, representados por tres palomas en referencia a la paz. La simpatía era entendida por Geddes como el amor por todas las formas de vida, comenzando, claro está, por las personas. Partiendo del centro de la espiral, los sentimientos que nos despierta el contacto con las personas y la naturaleza son transmutados, en el cuadrante de la vida interior plena, en emociones profundas que son el origen de los ideales, ya sean sociales, económicos o políticos. Como podemos apreciar en el esquema de Geddes que reproducimos a continuación, los ideales, las ideas y la imaginación, -que constituyen la cuerda de la vida interior plena-, se relacionan con los principios básicos de la civilización occidental: la bondad, la verdad y la belleza. La bondad es el campo de la ética, y en relación con ella, surgen los ideales que se dirigen hacia la realización y la formulación a través de la política. Estos ideales deben ser llevados a la práctica por medio de una “Iglesia Militante” o, dicho en términos laicos, por la labor de una “ciudadanía comprometida y activa” que nos conduzca a la ethopolítica o eupolítica.
Las “sensaciones experimentadas” en la vida mental simple, que establecen nuestra conducta, se combinan con los ideales dando lugar a la “emociones ideadas” y éstas se convierten en las doctrinas que nos lleva, por un lado, a las ideas; y por otro, al desarrollo de símbolos y notaciones gráficas que utilizamos para representar tanto las ideas como los frutos de nuestra imaginación. El camino de las ideas es el de la verdad, relacionada con la síntesis, la filosofía y la historia. Es una senda a los que nos dirigimos a través de la acción y la educación para llegar a la cultura. El otro camino paralelo, relacionado con los ideales y las ideas, es el de la imaginación o los sueños. Es una larga senda que parte de la belleza, conforma la estética y dirigimos hacia el diseño de planes y proyectos, la poesía, el arte, el teatro y la arquitectura.
A través de los caminos de la bondad, la verdad y la belleza llegamos al cuadrante superior de la Espiral de la Vida.
Nos adentramos en el mundo del pensamiento en el que las simples impresiones y actividades naturales de los sentidos se transmutan en nuestros ideales, ideas y sueños. Los sentimientos y experiencias sensoriales sufren un proceso alquímico que las convierten en profundas emociones y enraizados ideales. La devoción al mar es tan antigua como los orígenes de Ceuta. Es probable que el asentamiento protohistórico ubicado en la zona ístmica de la ciudad tuviera que ver con un santuario relacionado con alguna divinidad relacionada con el mar. Lo que es seguro es que la Septem Fratres romana contaba con un aula de culto dedicada a la diosa Isis. Sabemos de su existencia por la recuperación de una inscripción votiva que un grupo de navegantes dedicaron a la deidad egipcia para que les protegería en sus viajes marítimos. Esta tradición aún perdura en Ceuta, hoy día encarnada en la imagen de la Virgen del Carmen, que cada año los marineros y pescadores de nuestra ciudad bañan en las aguas de Ceuta.
La cultura mediterránea de la que formaron parte los primeros pobladores de Ceuta, y que aún perdura en la ciudad, se encuentra en la parte baja de “La sección del Valle” trazada por Patrick Geddes para explicar la historia social de la humanidad. El desarrollo inicial de nuestra civilización por el minero de silex, seguido por el de bronce, hierro y acero. Un poco más abajo en el valle aparece el leñador que ha sido, según Geddes, “el constructor de casas, de barcos y de muebles; y con sus empalizadas, también el constructor de fortificaciones”, tan abundante en Ceuta. Luego viene el cazador, como aquellos que en época portuguesa se adentraban más allá de las murallas para capturar pequeñas presas, tal y como narra Jerónimo Mascarenhas en su “Historia de la Ciudad de Ceuta”. Los cazadores son los antepasados directos de los militares, cuyo papel en la historia de Ceuta, desde el siglo XV, ha sido crucial.
Así podemos ir descendiendo por el valle, encontrándonos a nuestro paso con el pastor, el labriego pobre, el granjero y, finalmente, el pescador. He aquí, en palabras del propio Geddes, “los tipos sociales familiares que se suceden en forma tan manifiesta, tanto a medida que descendemos de altura como a medida que trazamos el curso de la historia social”. Todos estos tipos sociales siguen presente entre nosotros: el leñador ha pasado ser nuestro ingeniero; el cazador, nuestros gobernantes y militares; el pastor, el comerciante; las necesidades del labriego pobre hizo necesaria la fundación de bancos y compañías de seguro, como las del granjero propició el surgimiento de la profesión jurídica. Y por último, el pescador, la profesión que estuvo en el origen de Ceuta, con su audacia, coraje, ansia de aventura y firmeza de carácter.
Seguir el curso de estas transformaciones de las principales ocupaciones del ser humano nos permite explicar la individualidad, la singularidad, de cada una de las culturas, poblaciones y ciudades. La nuestra, la cultura occidental, surgió en la parte baja del valle, donde residían los cultivadores del olivo y la vid, junto a los navegantes y pescadores. Las discusiones en torno al vino para hablar de los asuntos de la Polis, como la que describe Platón en “El Banquete”, dio lugar a la Política. Como dice Geddes, las discusiones del labriego rico llegan pronto al campo de la política y “la oratoria parlamentaria surge espumeante del jarro de cerveza y burbujea en el vaso de vino”. La moderación en el beber, propia del Simposium griego, se convirtió en norma de vida, en comportamiento ético. “Respeta el límite”, “odia la hybris (la desmesura)”, “de nada demasiado”, estas frases labradas en los muros del templo de Delfos, concentran el ideal de equilibrio del hombre y la mujer democrática, del que parten las virtudes del ser humano equilibrado: la sabiduría, el valor, la templanza y la justicia. Virtudes imprescindibles para hacer de la vida una búsqueda constante de la bondad, la verdad y la belleza, que es el eje fundamental de “La espiral de la vida”.
El establecimiento de límites, que está implícito en el ideal del equilibrio, es fundamental para la libertad y el pleno desarrollo de la persona. Sin orden, como comenta Mumford en “La condición del hombre”, “no puede haber libertad, y sin definir los límites de las obligaciones no pueden ser cumplidas ni sobrepasadas”. “Ley, orden, continuidad”, dice Mumford, “son condiciones esenciales para la libertad, la variedad y la novedad, y así son la auténtica base del poder creador social, ya que la libertad sin ley es anarquía irresponsable, variedad sin orden es caos, y novedad sin continuidad es vacua distracción”.
La libertad ha sido un ingrediente básico en la elaboración de los principios éticos, ideológicos y estéticos de la cultura occidental. A diferencia de otras civilizaciones que mantienen un rígido dogmatismo religioso, Occidente ha conseguido salir de la “cárcel de hierro”, que decía Max Weber, cuyos barrotes son el odio al diferente, la intolerancia, la ignorancia y la esterilidad artística. El autoconocimiento, basado en el principio socrático de “conócete a ti mismo”, es el que permite la crítica y la autocrítica, la evolución de la ciencia y el pleno desarrollo de la imaginación. Para ello es necesario el fortalecimiento de los atributos de la sociedad humana, como son la comunicación, la comunión y la cooperación. Estos atributos dependen de símbolos comunes que aportan significados, funciones y valores a nuestra cultura.
Como tuvimos la oportunidad de comentar en nuestra descripción del cuadrante de las OBRAS, es decir de la vida mental simple, los símbolos surgen de la combinación de los sentimientos que nos aportan nuestras percepciones sensitivas, de nuestras emociones e imaginación. Los habitantes de Ceuta en los siglos previos a la conquista portuguesa de Ceuta en 1415, contaban con una bandera que reflejaba a la perfección la captación sensorial de los ceutíes y sus sentimientos por esta tierra. El rojo de fondo simbolizaba el fuego, el orgullo de una ciudad próspera, independiente y culta, y las dos llaves representaban la importancia geoestratégica de Ceuta para controlar el paso del Estrecho de Gibraltar. Con la llegada de los lusitanos este símbolo fue sustituido por las quinas portuguesas que nada tienen que ver con las esencias de Ceuta.
Los símbolos no se limitan a las banderas y los escudos. Símbolos son también las letras con las que escribo este texto y las espirales que inspiraron a Patrick Geddes para el diseño de su más lograda máquina pensante: la Espiral de la Vida. Aplicando la imaginación, estos símbolos se transforman en planes y proyectos, como la Agenda 21 Local de Ceuta, y sueños más tangibles, aún en proceso de lenta gestación, como el Museo del Mar. Este espacio museístico ha nacido con la vocación de convertirse en una laboratorio de ideas desde el que coordinar la amplia variedad de estudios especializados relacionados con el mar, dentro de la armonía y la unidad de las ciencias naturales y las humanidades, que es el verdadero objetivo de la tradición generalista de la filosofía “Studia Synthetica”.
La filosofía “Studia Synthetica” exponentes fueron el propio Patrick Geddes y su discípulo Lewis Mumford. Este último prefiero llamarla filosofía de la síntesis abierta. En opinión de Mumford, “Ningún organismo, ninguna sociedad, ninguna personalidad, puede ser reducida a un sistema o ser eficazmente regulada por un sistema. Dirección interna o dirección exterior, desapego o conformidad, nunca deberían llegar a ser tan exclusivas que en la práctica haga imposible un cambio de uno a otro. Porque la esencia de la presente filosofía es que muchos elementos necesariamente rechazados por cualquier sistema único son esenciales para desarrollar el superior potencial creativo de la vida; y que por turnos un sistema u otro debe ser invocado, temporalmente, para hacer justicia a las infinitamente variadas necesidades y ocasiones de la vida”.
Nuestra imaginación, en combinación con las emociones más profundas, es la que ha inspirado a nuestros poetas más insignes, como Luis López Anglada, para cantar a Ceuta, a sus gentes, a su tierra y a su mar. Otros artistas, como mi querido amigo Diego Segura, ha encontrado su forma de expresión en la pintura y la escultura. Diego ha sido capaz de captar el movimiento de las olas y hacer de ella una fantástica alegoría del carácter esencialmente marinero de Ceuta. Lo menos afortunados en cuanto a aptitudes artísticas tenemos que conformarnos con la escritura y la fotografía.
Hemos terminado la descripción de este claustro del pensamiento, como lo llamó Geddes, y aquí, según decía, “parece que para muchos, en verdad para la mayoría de los que entran a él, terminan las posibilidades de la vida humana. Pese a lo cual en este variado claustro se abren nuevas puertas; y éstas se abren, una vez más, al mundo objetivo; aunque no a la vida urbana de todos los días, excesivamente simple, que dejamos hace tiempo. Pues aunque hemos superado esto Actos y Hechos cotidianos, modelando nuestras vidas conforme a nuestros sueños más excelsos, surge a veces el impulso por realizarlos de nuevo en el mundo, como Hazañas”. De ellas hablaremos en el cuadrante superior de nuestra Espiral de la Vida.
HECHOS
La vida plena efectiva correspondía con el cuadrante superior del diagrama de la espiral de la vida. Para Geddes, las Musas son más que un adecuado símbolo para las actividades culturales. Ellas encarnan el ideal de una vida digna, plena y rica. Una vida activa dedicada al amor, la sabiduría y el arte.
De una manera completamente intuitiva he conseguido relacionar el plano del jardín de las Musas con el cuadrante de la vida plena efectiva correspondiente al diagrama de la Espiral de la Vida. Si se fijan en la imagen, el lugar de la Musa Clío es ocupado por el árbol de la Vida. El de Polimnia, la Musa de la sabiduría, por el círculo holístico ideado por Geddes. Y el de Terpsicore, la Musa del ritmo, por la espiral de la vida que gira en sentido contrario.
Nuestra vida cobra sentido cuando se dirige hacia un fin y significado cuando entendemos el dónde y para qué vivimos. El sentido de la vida es el mismo que el de la espiral. La vida danza, El mundo danza, la humanidad danza y nosotros danzamos al ritmo de las Nueve Musas del Parnaso. El movimiento forma parte de la vida. No vivimos en un mundo estático, como quiere imponer el pensamiento analítico y mecanicista.
Como historiador y arqueólogo he dedicado mucho tiempo a intentar descifrar el mensaje oculto que encierra las Nueve Musas del Parnaso, siguiendo los trabajos de Patrick Geddes. Las voces de las Musas y su danza pueden y deben ser una inspiración para lograr una política sinergética en todos los países y una vida digna, plena y rica para todos los habitantes de la tierra. Su reinterpretación es una alegoría de la vida. Un llamamiento a enriquecer nuestro mundo de adentro y sembrar en él la semilla que con la próxima primavera emergerá para anunciar la renovación de la vida y una nueva mutación de la conciencia. Cerremos los ojos, abramos nuestros corazones y escuchemos el canto de las Musas. Bajo el influjo de su melodía dancemos todos los pueblos y culturas del mundo en perfecta armonía, ritmo y equilibrio.
Nosotros estamos en el vértice de la espiral de la vida. Cuando la vida social y la vida individual danzan de manera armoniosa nos permita gozar de una existencia digna, plena y rica. Una vida que merece ser vivida. La interpretación de la música de la vida social plena corre a cargo de Erato, Polimnia y Euterpe. Ellas encarnan el amor, la sabiduría y el arte. Erato nos anima a ser solidarios con los demás; Polimnia a aplicar el pensamiento holísitico para entender y comprender la realidad. Y Euterpe agita nuestro interior para que expresemos lo que nuestra voz interior tiene que cantar.
En el centro de la vida social plena se encuentra Clio, la Musa de la historia, la cual va marcando la evolución de nuestro pensamiento y acción colectiva. Le acompañan Caliope, la Musa de la elocuencia, necesaria para la comunicación efectiva de la política sinergética. Y Talia, la Musa del éxito y la comedia, que inspira y alienta nuestros logros colectivos.
Nuestro lugar es a menudo dañado por nuestra ignorancia, desidia o falta de amor a la naturaleza. Melpomene se entristece con estos hechos, pero Terpsícore nos marca el ritmo sinergético para restaurar nuestro medioambiente. Una labor que es observada y aplaudida por Urania,
La espiral de nuestra vida individual gira también siguiendo el canto de las Nueve Musas. El árbol de los siglos es sustituido por el árbol de la vida. A lo largo de nuestra existencia, y bajo la inspiración de las Musas, vamos completando las Siete Edades del Hombre y la Mujer tomando con referencia los ideales que encarnan los Dioses y Diosas del Olimpo.
Nuestra vida cobra significado cuando el camino de la vida tiene como meta la bondad, la verdad y la belleza. Erato alienta actos de amor dirigido a nuestros semejantes y a todas las formas de vida. Polimnia nos anima para proseguir en nuestro desarrollo intelectual y en la búsqueda de la verdad, Y Euterpe nos inspira para dar forma a nuestro ser interior a través de la creación artística Un amor dirigido hacia todas las formas de vida y acción etho-política para cuidar y favorecer la vida. Sabiduría para compartir nuestro pensamiento con los demás, pues como afirmó Lewis Mumford: «sólo aquellos que día a día tratan de renovarse y perfeccionarse serán capaces de transformar nuestra sociedad, mientras que aquellos que estén ansiosos por compartir sus altos dones con la comunidad entera, -en verdad, con toda la humanidad., serán capaces de transformarse a sí mismos». Y arte para expresar la Verdad que reside en el interior de cada uno de nosotros, ya sea mediante la pintura, la escultura, la fotografía o cualquier otros tipo de expresión artística.
Según vamos completando las fases de nuestra vida se incrementa nuestra grado de participación activa en la vida cívica del lugar en que el vivimos. Caliope nos ayuda en este empresa facilitándonos la suficiente elocuencia y Talia celebra los éxitos colectivos que hemos conseguido impulsar y alentar.
Llegamos así al plano superior de nuestra espiral de la vida. Melpomene nos recuerda el sentido trágico de nuestra existencia: la finitud de la vida. Ello nos anima a vivir de manera equilibrada y activa, siguiendo el ritmo que nos marca Terpsícore, y con el objetivo de lograr una vida digna y rica en la plenitud que encarna la Musa Urania. Nuestros logros y hazañas son nuestra aportación creativa a la constante renovación de la vida.
Llegado a este punto uno mira para atrás para descubrir que mi vida cobra un sentido, el de la espiral de la vida, a la que he dedicado tampoco descifrarla, y un significado. Nací en Ceuta para impulsar un cambio en la conciencia colectiva e imprimir ritmo a la política cívica del lugar que me vio nacer y en el que trabajo y vivo. He dedicado mi vida a la defensa de la vida y del patrimonio heredado, al estudio de la historia local y a la expresión de mis pensamientos todos aquellos medios que he considerado efectivos.
He querido que mi voz se escuchara, para lo que he contado con la inspiración de Calíope. He contado lo que tenía que decir y creo haber contribuido, aunque fuera de manera modesta, a la difusión del pensamiento de Patrick Geddes y Lewis Mumford. Sus ideas me ha servido para movilizar a un grupo de ceutíes en la acción cívica dirigida a la defensa, estudio y difusión del patrimonio cultural y natural de Ceuta. Sólo la Musa Talia sabe si he conseguido el éxito en esta empresa o si lo conseguiré en el futuro. Queda mucho por hacer y sólo la política sinergética será capaz de superar los retos ambientales, sociales y económicos a los que se enfrenta la humanidad.
Me siento mucho veces como Melpomene: pensativo, meditabumdo, triste, desencantado…Pero cuento con la ayuda de Terpsícore que en estos momentos de abatimiento personal es capaz de imprimir el ritmo que necesito para lograr mis objetivos personales y profesionales.
No me considerado una persona especial. La vida que yo vivo está al alcance de cualquiera. Todos y cada uno de nosotros hemos nacido con un propósito. Si somos capaces de cerrar los ojos y calmar nuestra mente las Musas nos comunicarán para qué estamos aquí y cuál es nuestra misión vital. Yo, como muchos otros, hemos «ido a los bosques porque quería vivir deliberadamente, enfrentarme sólo a los hechos esenciales de la vida y ver si podía aprender lo que la vida tenía que enseñar, y para no descubrir, cuando tuviera que morir, que no había vivido».
Llevo un mes raptado por las Musas, como diría mi admirado Javier Gomá. Ellas me han inspirado para ayudarme a entender y desvelar muchos claves sobre la cuestión de «dónde y para qué» vivo. El «dónde» es Ceuta y mis hallazgos han quedado plasmados por escritos en los artículos que a lo largo del último mes he ido publicando en este mismo blog. Este «dónde» está estrechamente ligado al «para qué» estoy en este mundo. Sin duda, no lo hubiera logrado sin la ayuda de las ideas de Patrick Geddes y su discípulo Lewis Mumford. Ellos me han aportado buena parte de los materiales con los que he construido mi pensamiento y han impulsado mi acción cívica, intelectual y creativa.
Somos lo que pensamos, lo que se refleja nuestro manera de ver, sentir, comprender, pensar, imaginar y actuar, hasta el punto que puede cambiar hasta nuestro propia biología, como ha demostrado el biólogo molecular Bruce Lipton en sus trabajos. Y yo soy lo que soy gracias a las aportaciones de Geddes, Mumford y otros muchos autores que me han acompañado en este proceso de crecimiento y madurez personal.
Soy lo que soy gracias al lugar en el que nací y vivo.
Soy lo que soy gracias al contacto con mis familiares y amigos.
Soy lo que soy gracias al despertar que he conseguido de mis sentidos, en lo que me ha ayudado mucho los muchos libros que me han abierto una puerta a niveles superiores de entendimiento y conciencia.
Soy lo que soy gracias a las experiencias vitales acumuladas y los conocimientos adquiridos a lo largo de mi vida, en la escuela, el instituto y la Universidad.
Soy lo que soy gracias a mi acción cívica en pro de la defensa del patrimonio natural y cultural, ejercida mediante la palabra y mi capacidad sinergética para trabajar con otras personas en el diseño de proyectos educativos, científicos, creativos y profesionales, siempre tendentes a la conservación, protección y restauración de la naturaleza y el patrimonio cultural de Ceuta.
Soy lo que soy gracias al tiempo que me ha tocado vivir. Como historiador soy conocedor y consciente de los distintos procesos de transformación de la conciencia por la que ha pasado el ser humano. En esta empresa me han ayudado autores como Jean Gebser, Joseph Campbell, Ken Wilber o Leonardo da Jandra, y por supuesto, mis maestros Patrick Geddes y Lewis Mumford. A ellos les dedico este trabajo y les agradezco su inspiración.
Soy lo que soy gracias a ellos. Muchas gracias.
EL ASCENSO INDIVIDUAL Y COLECTIVO POR EL ÁRBOL DE LA VIDA Y LA HISTORIA
El ascenso a la vida plena efectiva, al Monte del Parnaso, donde residen las Musas, no se puede abordar en línea recta, sino mediante esta Espiral de la Vida. Una espiral, que como hemos descrito, está constituida por cuatro tramos: hechos, recuerdos, proyectos y actos. Y cuatro escenarios: el pueblo, la escuela, el claustro y la ciudad.
Para quienes viven en el valle la vida se reduce un círculo concéntrico de hechos y recuerdos. Toman la senda de la Monte del Parnaso aquellos que transforman sus conocimientos, experiencias y sentimientos en ideales, ideas e imágenes, y de ahí a realizaciones efectivas. El ascenso desde los círculos infernales al Purgatorio y el Cielo que emprendieron Dante y Ovidio fue en espiral. Así también la forma que adoptan las plantas en su crecimiento es en espiral. Decía Patrick Geddes que «la vidaes una espiral, que trabaja durante la semana y descansa los domingos, gozando, soñando, planeando de nuevo. Aquellos cuyas mentes tienen grandes vueltas o bien muchas en sus espirales son las vidas más grandes».
Nuestra propia vida es una espiral. Según Geddes, “las espirales vitales de los seres humanos, hombres y mujeres, a menudo pueden ser dibujadas. Cuando esto está bien hecho con respectode vidas pasadas recibe el nombre de biografía. Cuando uno trata de hacerlo cuidadosamente y en forma justiciera en cuanto a personas que todavía viven y trabajan en la actualidad, recibe el nombre de crítica. Pero cuando se hace de forma apresurada y con negligencia se le llama “chisme”.
La humanidad, en su evolución histórica, también adopta la forma de una espiral. Solemos decir que la historia se repite. Y no es del todo cierto. Podemos establecer cierta semejanza con hechos del pasado, pero los acontecimientos siempre adoptan una forma contemporánea.
Para hacerles llegar el mensaje que quiero transmitirles, utilizaré como símbolo metafórico el árbol. El árbol, -tal y como estudió de manera magistral James George Frazer (también escocés, profesor y nacido el mismo año que Patrick Geddes) en su conocida obra «La Rama Dorada»-, simboliza a la perfección el desarrollo secuencial del ser humano tanto en sociedad, como en el plano individual o personal. En el primera caso, el de la evolución histórica de la humanidad, ésta fue representada por Patrick Geddes como el «arbor saeculorum» («El árbol de los siglos») y nosotros hemos completado esta idea, pero llevándola a la vertiente personal de nuestro desarrollo armónico y pleno, con la imagen del árbol que todos llevamos dentro, con sus nudos de energía cósmica o Ckakras.
Comenzamos el desarrollo de nuestra idea explicando el significado del «árbol de la historia». Para ello tomamos como ejemplo y referencia la historia de Ceuta. En nuestro «árbol de la historia» se puede distinguir siete etapa, las misma que Ckakras tenemos en nuestro cuerpo, como también son siete las colinas que le dan nombre a Ceuta. Para cada uno de estas fases históricas Geddes distinguía entre poderes espirituales, a la derecha; y poderes terrenales, a la izquierda. Cada uno de estos dos poderes se subdividían en dos tipos ideales de personas. Estos cuatro tipos ideales de persona estaban relacionados con los cuatro cuadrantes de la espiral de la vida. Así el primer cuadrante, el de los actos o plano objetivo-pasivo, era el del pueblo, donde residía la «gente». Introduciéndonos en el mundo interior, nos encontramos en el plano subjetivo-pasivo, la escuela, correspondiente a la clase social de los «jefes». Sin salirnos del mundo de adentro, llegamos al claustro en el que residen de manera habitual los «intelectuales». Y así volvemos de nuevo al mundo de afuera, o la ciudad, en el que actúan los «emocionales», que son los místicos, los sabios y los artistas. Desde el habitual modo de pensar análitico esta clasificación podría parecer rígida y estática. Pero no lo es.
Un enfoque analítico de los diagramas de Geddes, tal y como comentaba John Turner y W.P. Keating, «sería tan pernicioso para su apreciación y comprensión como lo ha sido para la vida. Los diagramas deben ser considerados como un medio de expresión y no como fórmulas. Se los utiliza para ejemplificar el contraste entre dos modos de pensamiento: la comprensión de esta polaridad fundamental es la única función de los diagramas. Las mentes analíticas no hallarán sentido a las formas mismas ni las aplicaciones de ellas les prestarán ayuda».
El mundo, como también insiste en sus trabajo Fritjof Capra, es un mundo en movimiento. Nada es estático. Todo fluye. La danza de la vida no para. El tipo ideal de persona, tal y como insistía Patrick Geddes, es el que puede trabajar, pensar y actuar a lo largo de toda la sección del valles. Es la persona que sin dejar de ser «gente del pueblo», -unido al lugar y a sus vecinos-, participa en la educación de la sentidos, las experiencias y las emociones; desarrolla un labor intelectual y creativa; y participa de manera activa y comprometida en la vida espiritual, política, social, económica, cultura y artística del lugar donde vive o reside. El ser humano ideal de Geddes, como también lo era para Lewis Mumford, es la persona integral, plena, equilibrada. Este ideal ha tomado forma en personajes polifacéticos como Leonardo da Vinci, Goethe o Albert Schweitzer.
Volviendo al «árbol de la Historia», vemos que para cada etapa de las historia crecen dos ramas a ambos lados que apunta a una serie de símbolos que representan a los poderes espirituales y terrenales. Nuestro recorrido por el «árbol de la historia» de Ceuta comienza por el comentario sobre sus raíces, es decir, de la época prehistórica. Para todos las fases históricas analizadas y comentadas partíamos del lugar, trabajo y gente y los relacionamos con el arte, la cultura y los ideales espirituales de cada momento. La prehistoria ceutí tiene como punto de referencia el abrigo y cueva de Benzú. Le hablamos a nuestros alumnos de cómo era el lugar y de cómo era el entorno en el que vivieron nuestros antepasados más remoto. Le explicamos que su economía es básicamente de subsistencia y que, viviendo junto al mar, se alimentaban, en parte, de los moluscos que recolectaban en los arrecifes costeros cercanos. Estas mismas conchas que les daban vida, también les acompañaron en la muerte, simbolizando su apego espiritual a la naturaleza. En cuanto a su cultura material conocemos las industria lítica recuperada que abren el interrogante sobre si sus fabricantes fueron sapiens o neandertales. No se ha encontrado en Ceuta representaciones artísticas, pero sí en la cueva coetánea de Gibraltar. Son simples trazados en las paredes de la cueva, pero fueron intencionados y son el reflejo de un pensamiento abstracto y una necesidad de expresarlo.
El poder espiritual en la época clásica aparece simbolizado en el «árbol de la historia» por la Lechuza de Minerva y el terrenal por la trirreme que permitió a los griegos emprender su política de colonización por el Mediterráneo. En Ceuta no contamos con presencia griega, pero sí de los fenicios con los que compitieron por el control del Mare Nostrum. Los fenicios tenían como principal deidad a Astarté, la Diosa de la Madre Tierra. La presencia fenicia en Ceuta fue acreditada tras el hallazgo del asentamiento protohistórico localizado junto a la Catedral ceutí. Los fenicios eran gentes del mar y del comercio. Su cultura material fue especialmente rica y su arte fue igualmente destacable.
la transformación del lugar en época romana ya fue importante. En el siglo I a.C, empieza la construcción de un importante complejo industrial dedicado a la producción de salazones y salsas de pescado. El mar es el eje de su economía y sus gentes eran gentes del mar, pero rinden culto a la diosa Isis, la heredera de la Astarté fenicia, y a su vez enlazada con la Madre de Dios (Teotokos) a la que se dedica la basílica mandada construir por Justiniano en época bizantina.
La cultura material romana, expuesta en el Museo de Ceuta, testimonian el aprecio por la filosofía y el gusto por la belleza que es fácil entender contemplando el magnífico sarcófago romana hallado en Ceuta.
Seguimos ascendiendo por el «árbol de la historia» y llegamos a la época medieval. Ceuta durante este periodo histórico fue una ciudad musulmana. Como ciudad alcanzó una gran esplendor urbanístico, económico y cultural. Su economía era muy variada, pero destacaba por su carácter comercial y mercantil. Llego a ser uno de los puertos más importantes del Mediterráneo. Sus gentes eran su mayoría musulmanes, pero también tuvieron sus barrios independientes comerciantes venecianos, genoveses, marselleses y aragoneses, entre otros. Los ideales era los del islam, con momentos de mayor o menor rigorismo. La cultura alcanzó su cenit. En Ceuta se dieron cita importantes pensadores, poetas, astrónomos, matemáticos. etc…Aquí se fundó la primera universidad árabe o madrasa de Occidente, a la que siguió la importante Madrasa al Yadida. El refinamiento estético logrado en estos siglos de presencia musulmana en Ceuta nos ha dejado un legado patrimonial de enorme valor y trascendencia.
la entrada en la edad moderna fue bastante brusca. El 21 de agosto de 1415, hace seiscientos años, los portugueses, comandados por el rey Juan I de Portugal, conquistan la ciudad y expulsan a sus habitantes. La ciudad es expoliada, abandonada en la parte de la Almina, y refortificada en todo el perímetro del istmo. Sobre la antigua cerca califal construyen un complejo sistema poliercético de tipología renacentista. Ceuta a partir de este momento sufrió un acoso permanente por los sultanes alawitas que se extendió hasta finales del siglo XIX, lo que obligó a continuas obras de fortificación y propició que Ceuta adquiriera un carácter militar que ha marcado nuestros últimos seis siglos de historia.
De la Sebta Medina pasamos en un par de jornadas a la Cepta portuguesa. Los ideales, la cultura y el arte formaron un férreo conglomerado cuyo componente principal y aglutinador era la fe cristiana.
En 1640 Ceuta pasa a ser definitvamente española. La ciudad mantiene una estructura urbana similar a la heredada del periodo lusitano. No es hasta finales del siglo XVIII cuando se vuelve a ocupar la zona de la Almina. Una vez finalizado el cerco del Muley Ismail (1694-1727), las almadrabas volvieron a calarse y el mar regresa de nuevo como el eje de la economía local. Arte, cultura e ideales siguen girando en torno a las ideas cristianas, aunque con advocaciones marianas estrechamente relacionadas con el mar, como es el caso de la Virgen del Carmen.
Ceuta durante el siglo XIX no experimentó grandes cambios en su conformación urbana. Durante este tiempo la ciudad se convirtió en un importante penal . No fue hasta principios del s.XX, cuando la burguesía y los intelectuales locales, como Antonio Espinosa de los Monteros, emprenden una fuerte campaña para conseguir la abolición del presidio. Este objetivo lo consiguen en 1910, fecha que coincide con la construcción del puerto. Comienza así un periodo de prosperidad económica y renovación urbana que modifica la imagen de la ciudad, en todos los sentidos. Desde entonces el crecimiento urbano y humano no ha dejado de crecer lo que ha provocado una profunda alteración e del territorio y ha causado graves problemas ambientales, económicos y sociales.
La economía, como ha pasado en la mayoría de los países occidentales, se ha desubicado. En Ceuta no se produce nada de lo que se consume. El mar, que durante todo su historia, ha sido el motor de su economía y la principal ocupación de sus gentes, ha quedado como una actividad en serio peligro de extinción. En estos momentos asistimos a la desaparición de oficios como el de pescador o el de artesano de las salazones de pescado. Ceuta depende a día de hoy de manera casi exclusiva de las arcas públicas, en torno a la que gira la actividad empresarial, profesional y comercial.
El plano antropológico, Ceuta es una gran puzzle de distintas culturas cuyas piezas no se molestan, pero no terminan de encajar. Encerrados cada uno en su «comunidad» seguimos anclados en niveles de conciencia etnocéntricos. Nuestro gran reto colectivo es avanzar en el proceso evolutivo de la conciencia que nos lleve desde el actual etnocentrismo al mundicentrismo y, finalmente, al cosmocentrismo.
El proceso de mutación de la conciencia se inicio hace ya tiempo, aunque ha pasado desapercibido por la mayoría de las personas. Desde el triunfo de la Ilustración, -una revolución del pensamiento que llegó tarde a nuestro país y a nuestra ciudad-, la gran tríada de la ética, la razón y la estética se ha vuelto a separar después de mucho tiempo unida por las creencias religiosas. Aún así perduran las manifestaciones religiosas que sirven de mecanismo de reforzamiento identitario que tienden a la endogamía y al retribalismo. No obstante, la democracia y la cultura emergen como una alternativa a la religión, en opinión de Watson. A través de ellas podemos desarrollar nuestra capacidad innata, aunque subdesarrollada, de ser coparticipes y elementos productores de la vida y contribuyentes al aumento del dominio del espíritu.
Los historiadores suelen quedarse en este punto. Como decía Geddes a sus hijos «muchos quedan rezagados en la mansión de la memoria. Pueden adquirir más y más erudición, pero nunca harán mucho». Comentaba el mismo Geddes «que nuestro registro de la historia y realizaciones locales no es tan sólo una mirada retrospectiva de manifestaciones esporádicas de genio, sino una perpetua renovación de ciertos elementos reconocibles. Aunque a los historiadores y sus lectores del pasado pueda parecerles muerto demasiado a menudo, una lista de antecedentes para atesorar en las bibliotecas o los archivos con destino a los eruditos, está en la esencia misma de nuestra creciente reinterpretación sociológica del pasado ver su vida esencial como una continuación en el presente, e incluso más allá, manteniendo así la perennidad de la cultura, la inmortalidad del alma social.»
La definición cultura, según la entendía Geddes, como «lo mejor que ha sido conocido y realizado en el mundo sólo es verdad a medias, la parte de verdad que lamenta o medita entre las tumbas; el significado más elevado de la cultura está también más cerca de un sentido primitivo, que descubre en el pasado no sólo el fruto sino también la semilla y prepara así una primavera próxima, la cosecha futura». Durante el último he reflexionado y escrito mucho sobre el pasado, el presente y el futuro de Ceuta. En este tiempo de iluminación he tenido la sensación de haber escrito no por mí, sino que han escrito a través de mi. He vislumbrado un futuro posible para Ceuta, y en general para todos los lugares del mundo. Un futuro, en el que los seres humanos desempeñaremos un nuevo papel en el drama eterno del cosmos.
Quizá, como adelantó Mumford, se entienda mejor la existencia del ser humano en todas sus dimensiones según los términos del teatro, como un drama que se desarrolla en la acción. Este drama se representa en distintos escenarios en los que se actúa de manera sincrónica. El cosmodrama, el biodrama, el tecnodrama, el politodrama, el autodrama y el eudrama proporcionan el guión y el marco para la existencia humana. Todos nosotros somos, de manera alternativa, arquitecto y escenógrafo, director y tramoyista, dramaturgo y espectador; y sobre todo, «es un actor cuya vida constituye el material con que se forjan los sueños».
En cada uno de estos escenarios adquiriremos o mejoraremos algunas de nuestras capacidad. En la naturaleza la capacidad de ver; en el trabajo la de ajustar nuestras necesidades a las de la conservación y renovación de la vida; en el escenario de historia mejoraremos nuestra capacidad de recordar; en la vida política perfeccionaremos nuestra capacidad de anticipar los hechos futuros; en nuestro escenario interior, conseguiremos, mediante la meditación, pensar de manera libre y lúcida; y en el de la vida a crear, sentir y gozar de una existencia digna, plena y rica.
Debemos cambiar la dirección de la espiral de la vida. A partir de este instante, a partir de la mutación definitiva de la conciencia de la que estamos siendo testigos, serán el mundo de los hechos y del pensamiento quienes rijan nuestra vida. Si queremos lograr una vida plena y efectiva, debemos trastocar la escala de necesidades del ser humano. En el futuro que vislumbraba Lewis Mumford, la evolución personal se convertirá en la principal necesidad del hombre y de la mujer. Desde el punto de vista de la realización de la vida, las necesidades más importantes son aquellas que estimulan la actividad espiritual y promueven el crecimiento espiritual: la necesidad de orden, continuidad, significación, valor, objetivos y designio; necesidades de las que han surgido el lenguaje, la poesía, la música, la ciencia, el arte y la religión. Este ascenso desde las necesidades de supervivencia a las de satisfacción requiere un continuo esfuerzo personal. Si no queremos ser víctimas de nuestras propias pulsiones instintivas, tenemos que aumentar de manera constante la proporción del tiempo que dedicamos a satisfacer las necesidades superiores sobre las necesidades inferiores. Buena parte de nuestro tiempo lo dedicaremos a la reconstrucción y recultivo de nuestros paisajes naturales y urbanos.
En nuestra evolución como seres sociales pensantes hemos ido avanzando por este «el árbol de la historia», dibujado por Patrick Geddes. A Geddes le gustaba decir que era como un «cuco». Ponía sus huevos en los nidos de otros para que estos los terminaron de empollar y al final no distinguieran si las criatura resultante era propia o extraña. También dejo muchos pistas para que los demás, en el futuro, que es el nuestro, consiguiéramos activar nuestro tercer ojo o glándula pineal, imagen que corona su «árbol de la historia», acompañada, a la derecha, por la mariposa que representa la Psique del pensamiento, y su contraparte, a la izquerda, que es el Fénix de la acción. Ambos portan un extremo de la cuerda o lazo energético que va a activando los distintos momentos históricos del ser humano en sociedad. Esta energía cósmica nos envuelve a nivel macrocósmico, mundicósmico y microcósmicos. La condición humana evoluciona, o involuciona, según el grado de equilibrio alcanzado entre los poderes terrenales y espirituales.
Al igual que la historia de todo pueblo, ciudad, nación, y en verdad de toda la humanidad, puede representarse como un ascenso por este «árbol de la historia» dibujado por Patrick Geddes, nuestro autodesarrollo personal encuentra en el árbol una metáfora simbólica perfecta. Todo contenemos un árbol en nuestro interior que es nuestro sistema nervioso y un tronco que es nuestra columna vertebral por el que corre la sabia de la vida y en el que encontramos los nudos energéticos que en el hinduismo son llamados ckakras. Nuestro desarrollo espiritual, intelectual y creativa consiste en la progresiva activación de estos centros de energía hasta llegar a activar nuestra glándula pineal o tercer ojo.
Patrick Geddes era un gran conocedor de la cultura y el pensamiento oriental, pero también de la mitología clásica. El mundo griego estas siete fases de la vida espiritual elevada estaban representadas por las Siete Edades del Hombre e idealizada y personificada en los dioses y diosas del Olimpo. Tal y como ha sabido ver Javier Gomá, en la antigüedad clásica el aprendizaje ético y moral se ejercía desde la ejemplaridad. Los dioses y diosas del Olimpo representaban el ideal supremo del ser humano para cada una de las siete fases de la existencia. Ellos desde el cielo observan el discurrir de los hombres y las mujeres en su proceso de crecimiento personal y colectivo a través de los árboles de la historia y de la vida, respectivamente.
En su continuo entretejer entre pensamiento y acción, Patrick Geddes ideó un Templo de la Vida en el que representar los dioses y diosas del Olimpo para que los ideales que simbolizan fueran una continua fuente de inspiración y ejemplaridad para nosotros. Este templo también servía para explicar que en cada etapa de nuestra vida pugnan dos fuerzas opuestas representadas cada una de ellas por uno de los dioses del Olimpo. Si conseguimos el equilibrio entre ambas fuerzas conseguiremos alcanzar un ideal tanto en el plano interno como externo. Así, por ejemplo, si somos capaces de alcanzar el equilibrio entre Eros y Zeus llegaremos a ser un hombre práctico en nuestro vida práctica y formaremos parte de los inmortales en el reino del espíritu, pero si nos dejamos ver por Eros nos convertiremos en un degenerado o si lo hacemos por Zeus terminaremos siendo un viejo chocho.
En nuestro desarrollo personal todos pasamos por las cuatro estaciones de la vida. Los naturalistas y artistas deben seguir, como nos recordaba Patrick Geddes, los cambios a través de las estaciones. Y también tienen que hacerlo los evolucionistas sociales. Estos últimos deben ver y entender que la vida humana, al igual que las formas más simples de vida, están en armonía y tono con las estaciones. Esta es una antigua verdad, patente en las plantas, los animales y los seres humanos, así como latente en la evolución de los distintos seres vivos. Patente en la vida rustica y la labor del campo y el mar; latente en la vida urbana y el pensamiento. Patente en la historia y la literatura de cada localidad, latente a través de la historia y la filosofía del mundo.
Bien hacía Geddes en decir en la conclusión de la obra colectiva “Evergreen” que herencia y variación; supervivencia e iniciativa; conservación e innovación; declive y renacimiento, tiene cada una de ellas su tiempo y estación. Los místicos, pensadores, científicos y artistas están llamados a ser los seguidores de la primavera, el verano, el otoño e invierno, y de nuevo de la primavera. Ellos son los observadores, cronistas, estudiosos, ideólogos y co-creadores de la vida en su perpetua renovación y cambio. En sus palabras, en sus libros, en sus trabajos científicos, en sus obras de arte, en su poesía o en su filosofía están patentes la evolución de la vida, de la naturaleza, del mundo y de todos y cada uno de nosotros en su existencia individual. Y están también latentes los cambios, las iniciativas y las innovaciones que harán posible una nueva mutación de la conciencia y un nuevo despertar para la humanidad.
Para ver el mundo, para ver la vida verdaderamente, uno debe verlas como un todo, y sólo aquellos que pueden ver el mundo y la vida en movimiento pueden verlo como un todo. Nuestros artes y ciencias, decía Geddes, son así más que especialidades y caminos técnicos de mostrar y ver las numerosas escenas y aspectos de la gran unidad, de este poderoso drama de evolución cósmica y humana al que cada uno de nosotros podemos añadir un verso. Citando a Walt Whitman:
¡Oh, mi yo! ¡oh, vida!
de sus preguntas que vuelven,
Del desfile interminable de los desleales,
de las ciudades llenas de necios,
De mí mismo,
que me reprocho siempre (pues,
¿quién es más necio que yo, ni más desleal?),
De los ojos que en vano ansían la luz, de los objetos
despreciables, de la lucha siempre renovada,
De los malos resultados de todo, de las multitudes
afanosas y sórdidas que me rodean,
De los años vacíos e inútiles de los demás, yo
entrelazado con los demás,
La pregunta, ¡Oh, mi yo!, la pregunta triste que
vuelve – ¿qué de bueno hay en medio de estas
cosas, Oh, mi yo, Oh, vida ?
Respuesta
Que estás aquí – que existe la vida y la identidad,
Que prosigue el poderoso drama, y que tú
puedes contribuir con un verso.
Sí. Todos y cada uno de nosotros podemos contribuir con un verso al poderoso drama de la evolución cósmica y humana. Patente es la profunda transformación de nuestro territorio, la falta de oportunidades laborales, la ausencia de una identidad cultural compartida, el fracaso escolar, la mutilación de nuestros sentidos, la escasez de experiencias gratificantes para nuestra juventud, la desconfianza intercultural, el fanatismo, la ignorancia, la esterilidad creatividad, el inmovilismo, la desidia, la falta de ideas imaginativas, la apatía cívica, el conformismo, los silencios, el desconocimiento de nuestra historia o la carencia de acciones cívicas sinérgicas. Pero en la historia, en la tierra, reposa latente la semilla de un mundo renovado. Una humanidad que reconstruye los paisajes y recultiva los campos; que recupera los oficios a punto de desaparecer que nos mantienen unidos a la madre tierra; que despierta sus sentidos y es capaz de reconocer la belleza de en cada rincón de la tierra y el cosmos. Unas ciudades, cuyos ciudadanos, destierran de sus corazones los resentimientos, odios y prejuicios; buscan la verdad desde la libertad individual y ponen toda su creatividad en marcha para diseñar proyectos de futuro para su ciudad. Unas ciudades transformada por unos ciudadanos convertidos en buscadores de la verdad, la bondad y la belleza, capaces de alzar sus voces, solos o en compañía de todos, para reivindicar la libertad, la igualdad y la justicia. Unos ciudadanos dedicados al bien común que se unen a otros para reconstruir nuestros paisajes y nuestro patrimonio cultural. Esta semilla existe. No la busquen muy lejos. Está en el corazón de todos y cada uno de nosotros. Hagamos el esfuerzo para que emerja y florezca. Sólo el amor será capaz de hacerlo. Esta flor tiñerá las calles y los campos de bellos colores y en conjunto será el verso más hermoso jamás escrito.
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