Si has llegado hasta aquí es por dos motivos: uno, porque me conoces o has escuchado hablar de mí; y el segundo, quizás sea porque también estás buscando respuestas a la inquietante cuestión de cual es el significado y sentido dela vida. Esta pregunta ronda siempre por nuestra cabeza, aunque no le prestemos demasiada atención. Cada vez que un pensamiento de este tipo se asoma a nuestra conciencia la apartamos o la anulamos mediante todo tipo de distracciones. Nos da miedo adentrarnos en nuestro mundo interior pensando que vamos a perdernos en las intrincadas sendas de nuestra mente. A todos nos inunda una sensación de inseguridad y la impresión de que los pilares que sostienen nuestra vida se tambalean. Todo se ha vuelto líquido (Bauman) y se desparrama por un mundo que no parece conocer límites. Tiempo atrás nos sentíamos unidos a un orden eterno, pero este lazo se rompió. Quedamos libres de ataduras y amaneció una nueva vida que supera en amplitud y contenido a la anterior, pero que, como sentenciaba Rudolf Eucken, “no puede abarcarse por el hombre ni acercarse interiormente a él”. Visto de este punto de vista, esta aparente libertad se ha convertido en una pérdida. Según avanzamos en este proceso de inseguridad espiritual más corremos el peligro de que la vida pierda unidad, sentido y significado. Al estallar el núcleo interno de la vida se ha producido un Big Bang espiritual.
Son tiempos duros, como proclamaba Eucken, “en que todo se disgrega, y se siente la pequeñez y el vacío del hombre. Pero también son tiempos progresivos y fecundos que pueden asegurar al hombre un valor propio, pues demuestran que su ser es profundo y que está profundidad sólo puede alcanzarse por la actividad propia: le proclaman como formador de sí mismo, portador de una nueva vida, coautor de la obra del todo. Esas épocas le obligan a mirar de frente los problemas y a buscar su apoyo en sí mismo, en un mundo interior y libre. Es verdad que se destrozan cosas de las que pendían su alma, pero, en último término, no se rompe nada que no sea frágil; lo eterno y lo esencial se desenvuelve así más puramente, y con la renovación de la vida, gana ésta en original y veracidad”.
La principal crisis que sufre la humanidad no es económica, ni política, ni ambiental ni social, sino existencial. No sabemos lo que somos ni qué fin perseguimos. Esta crisis tiene, necesariamente que llevarnos, según Eucken, o a una degradación, o a una elevación de la condición humana. Yo confío en esta última posibilidad de una renovación de la vida que nos conduzca al ascenso a un mundo espiritual. Hace algo más de un año comencé a trabajar por la renovación de la vida con la creación de un blog (http://larenovaciondelavida.blogspot.com.es/). Durante este tiempo he experimentado una profunda transformación interna. He ido recuperando mi sentido de la totalidad, el equilibrio y la plenitud. Ahora siento con intensidad y extraordinario gozo los dones de la vida. Las flores que antes no apreciaba atraen mi atención; la luz del sol penetra hasta mi interior llevándome alegría y bienestar; el aire que entra en mis pulmones es una continua renovación de la vida; la sombra de los árboles me abrazan con ternura; el bosque me acepta como uno de los suyos; me paro a observar los pájaros que antes no atraían mi atención; la sensibilidad la tengo a flor de piel y la emoción me embarga varias veces al día ante los más simples testimonios de amor y cariño; el mar es una fuerza insondable que te recuerda tu fragilidad y el milagro de la vida; me siento parte de una totalidad superior que otorga sentido a mi existencia; juzgo a los demás de manera benévola y compresiva… En definitiva, siento el continuo fluir de la vida y su incesante renovación.