En la Sura central del Corán, llamada la Caverna, se alude a un lugar situado en la “confluencia de los dos mares”. Estos dos mares tienen una dimensión terrenal y otra metafísica. En el plano geográfico hay autores medievales que no dudaron en situar la “confluencia de los dos mares” en el Estrecho de Gibraltar, como al-Garnati, pero si nos elevamos al plano metafísico estaríamos hablando de una lugar (el barzakh) en el que se unen el mundo de las ideas y el mundo de la percepción sensible. En este lugar se reunieron, según la leyenda coránica, al Khidr y Moisés. Este último partió, acompañado de su joven servidor, para hacer un largo viaje hasta llegar a la “confluencia de los dos mares”, portando un pez. Una vez la han alcanzado es allí precisamente donde el pez (con el que pensaban hacer su almuerzo) se les escapa y “emprende libremente su camino por el mar”. El joven piensa que es el demonio quien le ha hecho olvidarse del pez, mientras que Moisés afirma: “es precisamente eso lo que nosotros buscábamos”. E inmediatamente después, Moisés encuentra al Khidr. El profeta Muhammad explica que al- Khidr fue llamado el “hombre verde” porque, cuando pisaba la tierra, el suelo se volvía verde con vegetación.
La Confluencia de dos mares es un lugar imaginario, más ya del tiempo y del espacio. No obstante, no han faltado autores, ya en época medieval, como Al Garnati, que identificara este emplazamiento con el Estrecho de Gibraltar, donde, efectivamente, se da la confluencia de dos mares: el Océano Atlántico y el mar Mediterráneo. Es en la confluencia de los dos mares donde Moisés y su servidor hallaron, según el Corán, la fuente del agua de la vida (ma al-Hayat). Lo hicieron gracias al pez que recupero la vida al caer en estas aguas sagradas. En el itinerario marítimo de Muhammad B. Yusuf Al-Warrak (s.X) se sitúa esta fuente en el territorio de la actual Ceuta. Al estudiar el itinerario de Al-Warrak, el Prof. Ahmed Siraj (1995: 338, carte 15) propone que la ubicación de la fuente del agua de la vida estaría en las inmediaciones de Punta Bermeja, donde, efectivamente, hay una fuente, la de la Victoria, a la que acuden los ceutíes a coger agua
Además de la alusión a la leyenda de al-Khidr en el Corán y en los hadith del profeta Muhammad, hay que aludir a una tercera versión del mito recogida en el “Iskandarnama” o “Libro de Alejandro”, escrito entre los siglos XI o XIV d.C. Este romance fue uno de los más populares ciclos de narraciones en la región del Mediterráneo y el Medio Oriente. En estas leyendas, Alejandro Magno no era sólo un guerrero, sino un sabio y un emperador. Las leyendas de Alejandro llegaron a ser parte de las tradiciones de judíos, cristianos y musulmanes.
La búsqueda de Alejandro del agua de la vida lo condujo a él a un reino cuyos frutos era exquisitos y cuyas gentes los compartían generosamente con los otros. Las personas de este reino cavaban sus propias tumbas cerca de sus puertas para ser conscientes de su propia mortalidad. Cuando Alejandro le inquirió sobre este hecho, ellos le explicaron que su religión era la obra de un solo Dios. Alejandro pregunto, ¿Quién os enseñó esta religión y esta verdad? Tan pronto como ellos dijeron, “un hombre llamado al Khidr”, al Khidr apareció. Cuando él escuchó que Alejandro buscaba la fuente de la vida, insistió en conducir a Alejandro y sus hombres dentro de la tierra de la oscuridad a encontrar el agua.
Así Alejandro viajó al interior de la tierra de la oscuridad. Conducido por al Khidr, ellos avanzaron hasta donde no podían distinguir el día de la noche. Un oscuro día al Khidr dejó caer algo y lo alcanzó, su mano tocó agua que sabía tan dulce como la miel. Él supo que había encontrado el agua de la eterna juventud y fue a decírselo a Alejandro. Pero cuando al-Khidr volvió con Alejandro, encontraron que el manantial había desaparecido. Alejandro estaba destrozado. Después de siete infructuosos días de espera avanzaron, caminando sobre gravas de la que nadie se dio cuenta que realmente era una cama de gemas preciosas. Más tarde, todos llegaron a arrepentirse de no haber recogido estas gemas que estaban por todas partes bajo sus pies.
Por haber bebido el agua de la vida al-Khidr llegó a ser inmortal. Pero Alejandro se enfrentó de nuevo a su mortalidad y comprobó que su proyecto de inmortalidad se había desvanecido.
Casi todas las civilizaciones de la antigüedad tenían una concepción cíclica de la vida. Allí donde habitaban las tinieblas se encontraba el árbol de la vida. La vida, -el amanecer-; y la muerte, -el ocaso o atardecer-; estaban unidos por un movimiento cíclico y circular en los mitos de las principales civilizaciones. El bien y el mal, la vida y la muerte, estaban siempre pugnando. De este modo, las culturas míticas relacionaron la vida y la muerte con el amanecer y el atardecer, así como con el lugar donde nacía y moría el sol. Y como formaban parte de un movimiento circular allí donde moría el sol, en el extremo del mundo conocido, en el sitio donde se ubica el Atlante, tenía también que estar la fuente de la vida eterna. Ceuta, precisamente, comparte este carácter de lugar de paso, de cruce de caminos, de separación entre el mundo conocido y las tinieblas. No nos debe de extrañar, pues, que aquí se localizara el árbol de la vida y la fuente de la inmortalidad.
BIBLIOGRAFIA UTILIZADA:
Corbin, H. 2003: Templo y contemplación. Ensayos sobre el Islam iranio, Madrid, Editorial Trotta.
Pérez Rivera, J.M. 2017. El espíritu de Ceuta. Disponible en versión digital (https://www.amazon.es/ESP%C3%8DRITU-CEUTA-Manuel-P%C3%A9rez-Rivera-ebook/dp/B01NCEOFWX)
Pérez Rivera, J.M, Martínez Enamorado, V y Nogueras Vega, S (en elaboración): Un santuario de la fertilidad en la Ceuta del siglo XIII.
Siraj, A. 1995: L`Image de la Tingitane. L`Historiographie arabe médiévale et l`Antiquite Nord-Africaine, Roma, Collection de L`Ecole Francaise de Rome, 290.
Talat Halman, H. 2013. Where the two seas meet. The Quranic story of al-Khidr and Moses in sufí comentaries as a model os spiritual guidance. Canada, Fons Vitae.