La Escuela de Vida “Vivendo Discimus” nace con la vocación de acompañar a todas a las personas interesadas por nuestro proyecto en su particular proceso de autodesarrollo, formación del carácter y nacimiento del segundo ser que tiene lugar cuando alcanzamos la madurez. El principal objetivo es lograr que todas las personas tengan la oportunidad de gozar de una vida plena, rica y significativa. Nuestra prioridad es fomentar la inquietud intelectual, la ambición espiritual, la lucidez mental, la independencia de opinión, la capacidad para la acción, junto a los valores clásicos del hombre equilibrado (valor, sabiduría, templanza y justicia). Deseamos que de nuestra Escuela de Vida surjan ciudadanos dotados de capacidades como el equilibrio, el sentido de la totalidad, la plenitud, la autodisciplina interna, la creatividad y la autonomía.
Queremos contribuir desde la Escuela de Vida “Vivendo Discimus” a recuperar y revitalizar los atributos esenciales de la sociedad humana como son la práctica permanente de la comunicación, la comunión y cooperación, hoy día usurpados por el aislamiento e individualismo; la separación y el conflicto; y la competividad y la lucha. Nuestra capacidad de comunicación, comunicación y cooperación dependen del acto de compartir símbolos comunes que aportan a la vida significado, forma y valor. Nuestra propia humanización depende de que seamos capaces de transformar la experiencia en símbolos y los símbolos en experiencia vitales. Desde esta perspectiva, el arte, la poesía, la música, la filosofía, la religión, la contemplación de la naturaleza son tan esenciales al hombre como su pan cotidiano. La verdadera vida del ser humano no consiste sólo en las actividades del trabajo que lo sustentan, sino en las actividades simbólicas que dan significado a los procesos del trabajo, sus productos y consumaciones finales. Tal y como sentenció el maestro Mumford, “no hay pobreza peor que la de ser excluido por ignorancia, por insensibilidad o por falta de dominio del lenguaje de los símbolos significativos de la propia cultura; esas formas de sordera o ceguera social constituyen verdaderas formas de muerte para la personalidad humana. Porque precisamente para lograr significado, forma y valor se realizan las potencialidades del ser humano y su verdadera vida es elevada, a su vez, a una potencia superior”. Por este motivo, las actividades culturales serán parte fundamental de la oferta educativa de nuestra Escuela de Vida.
Estamos en una fase decisiva de la evolución humana, al final de una senda que el ser humano comenzó a discurrir hace varios millones de años. Un camino que nos ha llevado de la sensación al significado, de lo exteriormente condicionado a la urgencia interior, de la cohesión gregaria a la cooperación racional, del automatismo a la libertad. Entender cómo hemos transitado este camino, conocer los principales hitos históricos que han acontecido, los obstáculos a los que el ser humano se ha enfrentado, los errores y aciertos cometidos, son fundamentales para abordar con éxito la transformación definitiva del ser humano que tenemos al alcance de nuestra mano. Es por ello fundamental ampliar y profundizar nuestro conocimiento histórico. Sólo recapitulando el pasado podemos escapar a su influencia inconsciente. Sólo alargando la perspectiva histórica se gana el poder de sacudirse las parcialidades y relatividades de la propia sociedad inmediata. Esto nos lo dice Mumford en “La condición del hombre”, como también nos dejo una sentencia que siempre deberíamos tener presente: “si no tenemos tiempo para comprender el pasado no tendremos la visión para dominar el futuro, porque el pasado no nos deja nunca y el futuro está a las puertas”. La difusión del conocimiento histórico va a ser, por tanto, un tema prioritario de la Escuela de la Vida “Vivendo Discimus”.
La humanidad, como estamos comentando, se encuentra al final del camino. Ahora que hemos llegado casi al final, nos encontramos con un cruce de sendero, con tres alternativas, y no sabe que camino tomar. La primera de las sendas no deja de ser un atajo del peligroso itinerario por el que discurre la humanidad. Si seguimos por nuestro actual camino o tomamos este atajo el fin de nuestra civilización e incluso de toma forma de vida estará cerca.
El segundo camino fue el que tomaron las fuerzas fascistas y totalitarias en la primera mitad del pasado siglo XX. Supuso un retroceso deliberado a los ideales tribales y las prácticas infantiles, un intento de librarse de las complejas interrelaciones, la paciente cooperación y acomodación que se da en una sociedad desarrollada, y la vuelta a la fijación de las costumbres, al servil condicionamiento de las respuestas y a la agresión sin trabas por parte de las clases dominantes. No hace falta recordar la cantidad de desolación, destrucción y muerte que causó tomar este camino erróneo.
De modo que sólo nos queda una alternativa. Nos acercamos al cartel que nos indica este itinerario y vemos que viene señalado como el “Camino de la renovación”. Es un camino que requiere nada menos que un cambio en la estructura total de la vida, que debe operar de manera simultánea en cada unas de las instituciones, los grupos y las personas. Este cambio, según lo describe Mumford en “La conducta de la vida”, no tendrá necesariamente comandado por un mayoría, pero sí por al menos asumido por un pequeño grupo de personas cuya visión y misión sean transferidas con posterioridad a todos los sectores de la sociedad. La crisis que nos acechan es un acicate para el surgimiento de esta minoría comprometida con la vida. Cada uno de nosotros debe dedicarse, con cualquier clase de sacrificio y voluntad, a esa transformación de sí mismo y de todos los grupos y asociaciones en las que participe, que dará lugar a la ley y el orden, a la paz y la cooperación, al amor y la fraternidad, en todo el planeta.
Comprender la naturaleza de esta situación, extender el conocimiento y recrear los valores necesarios para nuestra supervivencia y nuestra salvación, es en realidad el objetivo principal de la Escuela de Vida “Vivendo Discimus” Necesitamos una nueva actitud frente al ser humano, la naturaleza y el cosmos; una nueva personalidad y un nuevo modo de vivir que dé a cada hombre y mujer un renovado valor y significado a sus actividades diarias y a su vida en conjunto.
“Sólo aquellos que día a día tratan de renovarse y perfeccionarse serán capaces de transformar nuestra sociedad, mientras que aquellos que estén ansiosos por compartir sus altos con la comunidad entera, –en verdad, con toda la humanidad-, serán capaces de transformarse a sí mismos” (Lewis Mumford).