Ayer, durante la gala de entrega de los premios a la mejor tapa elaborado con salazones de Ceuta, me tocó el extraordinario privilegio de dedicar unas sentidas palabras a nuestros maestros salazoneros. Bien saben nuestros queridos maestros, que ellos han sido los inspiradores de este proyecto, que con tanta ilusión hemos emprendido un grupo de personas amantes, como ellos, de Ceuta y su mar. Fue el aprecio y el cariño de nuestro presidente Keke Raggio por este entrañable grupo de grandes sabios y maestros del mar y de la vida, lo que le animó a poner en marcha esta iniciativa al que nos hemos ido sumando otras personas y amigos. Sin la vocación y el entusiasmo de Keke, sin su trabajo y dedicación, no habríamos llegado tan lejos en tan poco tiempo. Keke, querido amigo y compañero, con su empeño y trabajo no ha hecho otra cosa que devolver el amor y el cariño que le dispensaron este querido grupo de maestros.
Ellos representan la esencia y la personalidad de Ceuta. Una personalidad salpicada de sal, la misma que ellos con enorme maestría y celoso secreto vierten sobre volaores y lomos de pescado. El mar es elemento identificador e identitario de Ceuta. Somos una ciudad que surgió del mar y para el mar. El mar ha sido la principal fuente de subsistencia y riqueza de esta tierra sagrada, mágica y bella. Somos un pueblo de mar. La pesca y los pescadores han sido los componentes económicos y antropológicos que esta pen-insula, de esta casi isla, abrazada por el mar y acariciada por el mar Mediterráneo y el Océano Atlántico.
Nuestros maestros salazoneros, a los que esta noche rendimos justo tributo y reconocimiento, encarnan el carácter genuino de los ceutíes. Son personas bondadosas, habilidosas, con una elegancia única en el trato con los peces y en la relación con sus amigos y familiares. Las volaeras son mucho más que secaderos de pescado. Son puntos de encuentro de los amantes del mar y de la vida. Siempre encontraran en estas volaeras una banqueta en la que sentarse, un vaso de vino o de cerveza que beber y un trozo de lomo salado o de volaor que degustar y, si el ambiente acompaña, un fandanguillo o una alegre malagueña que cantar. Aquí siempre podrás vivir experiencias sensitivas y emotivas únicas que nosotros, desde este proyecto, queremos convertirlas en productos turísticos sólo aptos para almas sensibles.
Nuestros maestros salazoneros son fervientes adoradores de la Virgen del Carmen. Saben que la Gran Diosa Madre es la protectora de los pescadores y navegantes. Pero saben también que la naturaleza no regala nada. El trabajo del pescador es duro y sacrificado, y al mismo tiempo gratificante. Quien se ha embarcado alguna vez quiere al mar, pero lo respeta. La ética es un principio básico entre las gentes del mar. Una tripulación es una gran familia cuya supervivencia depende del compañerismo y el apoyo mutuo.
Nuestros maestros salazoneros no tienen títulos universitarios que colgar en sus paredes ni líneas que incluir en un curriculum, pero tienen algo mucho más importante. Tienen amor por su tierra y por el mar, saben apreciar la belleza y son portadores de una enorme sabiduría. ¿Cuántos de nuestros jóvenes conocen el firmamento como estos humildes maestros salazoneros? ¿Cuántos sabrían orientarse en el mar en una noche de niebla? ¿Cuántos miran al cielo y reconocen el lucero del alba o el lucero de prima? ¿Cuántos sabrían distinguir un boquerón de una sardina? ¿Cuántos saben leer la superficie del mar y la brisa marina? ¿Cuántos saben qué es el taro o la calima? Sí, todos estos saberes y muchos más residen en la memoria y en el corazón de estos hombres generosos y amantes de su tierra.
Todos nosotros les debemos respeto y admiración a estos hombres, a sus mujeres y a sus familias. Debemos alzar la voz para reivindicar su trabajo y estamos llamados a trabajar de manera sinérgica para conservar esta tradición milenaria. Los empresarios de la restauración y la hostelería que habéis participado en este concurso de la tapa estáis contribuyendo de manera activa a la conservación de este arte culinario.
Si conseguimos nuestro objetivo de conservar esta tradición será gracias a nuestros maestros salazoneros y a las nuevas generaciones que tomen su relevo. Es una labor a la que todos estamos llamados a contribuir.
Sólo me queda algo que decir. Quiero que sepáis, queridos maestros salazoneros, que os admiramos y os queremos. Nos habéis acogido por cariño y generosidad. Sentiros orgullosos de lo que sois y representáis. Porque vosotros encarnáis la verdadera y genuina personalidad de Ceuta. Viva Ceuta y viva la Virgen del Carmen.
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