Ceuta, 13 de noviembre de 2015.
Después de releer esta mañana algunos pasajes de mi libro “El renacimiento de la Gran Diosa. Epifanía ceutí”, he decidido que mi siguiente libro se titulará “Bosquejo de un Mundo Nuevo”. Mi intención en esta nueva obra es dibujar el cuadro general de un Mundo Nuevo. Más que un cuadro nuevo podemos decir que se trata de la restauración de un antiguo. No hay más que un solo lienzo: la tierra. Hasta ahora los seres humanos hemos actuado como un pintor diletante que empieza a dibujar sin tener en cuenta el alto valor del lienzo y sin analizar el paisaje que desea representar con su obra. Resulta muy difícil llegar a ser un buen artista sin una correcta educación de la mirada y sin una amplia experiencia de la belleza y la bondad.
“Para llegar a ser un autor de obras que perduren, para no hablar de un artista en su labor”, dijo Patrick Geddes, “debe conocer verdaderamente su ciudad y haber entrado en su alma”. No sólo debemos conocerla, tenemos que estar enamorado de ella cómo yo lo estoy de la mía. Cada día te quiero más, Ceuta mía ¿Cómo no voy a quererte si me lo has dado todo? Me has regalado la vida. Has estado presente en mis dos nacimientos: el físico y el espiritual. Tu luz ha iluminado mi interior y así he podido ver todo lo que contenía. Ahora que he contemplado la riqueza que todos llevamos dentro quiero mostrarla con orgullo y satisfacción. No son joyas, ni oro ni tesoros perdidos. Son algo mucho más valioso: el gozo de la vida, la profunda emoción de sentirse participe del cosmos y co-creador del supremo drama del universo.
Tenemos la posibilidad de acercarnos con el pensamiento a la verdad de la naturaleza y con los sentidos a su belleza. La naturaleza es la gran metáfora de la divinidad. La Gran Diosa se manifiesta a través de la belleza natural de nuestros mares, bosques y montañas. En todos estos lugares, alejados del mundanal ruido, podemos escuchar las palabras inspiradora de Minerva. Al igual que el Prometeo de Goethe, la Gran Diosa:
“es para mi espíritu,
Lo que él para sí […].
Siempre como si mi alma
a sí misma se hablara […].
Y así yo mismo no era yo mismo.
La que hablaba era una divinidad,
Cuando me imaginaba que yo hablaba.
Y cuando hablaba una divinidad,
era yo mismo quien hablaba.
Y así contigo y conmigo,
Tan uno, tan íntimo”.
La Gran Diosa se comunica a través nuestra y no podemos desatender lo que nos dice y lo que nos manda. Cada uno tenemos una misión encomendada por la Gran Diosa, y si no la cumplimos estamos perdidos. La mía está siendo desvelar la verdadera personalidad de Ceuta y presentarla a los propios ceutíes y al resto de mundo. Ceuta contiene muchas posibilidades latentes a las que no hemos prestado suficiente atención.
Siendo Ceuta un lugar sagrado y mágico, no difiere en belleza con otros rincones de la tierra. Lo que yo digo sobre Ceuta y hago para despertar su espíritu lo pueden y deben hacer otras personas por el lugar de su nacimiento o por el sitio donde les ha tocado vivir. La Gran Diosa hizo la tierra diversa para alentarnos en nuestra particular búsqueda de la verdad y la belleza. Quizá sea poco lo que cada uno podemos hacer, pero poco que sea debemos hacerlo. Un pequeño gesto, una palabra dicha en el momento preciso o escrita en un instante de epifanía puede cambiar el mundo. Debemos dejarnos llevar por nuestra intuición. Ella es más sabia que todos los libros escritos. Hay que confiar en la intuición y en la imaginación. Sólo los soñadores somos hombres y mujeres prácticos. Imaginar un Mundo Nuevo es empezar a darle vida. Las grandes ideas siempre han nacido en la cabeza de unos pocos hombres y mujeres idealistas y soñadoras. Soñar es vivir con esperanza e ilusión. Quienes son capaces de convertir estos sueños en realidades son los verdaderos genios y héroes que necesita la humanidad.
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