Ceuta, 1 de marzo de 2017.
Ayer, cuando me fui a acostar un rato después de comer, sentí el impulso de llevarme a la cama las fotocopias que hice del libro “Mysterium coniunctionis” de Carl Gustav Jung. Las ojeé por encima y me detuve en la última página. Al leerla me quedé boquiabierto al reconocer una palabra que me resultaba familiar: cardenillo. Este es el nombre que recibe las formaciones de mineral de cobre que son visible en la mina que descubrí en el Monte Hacho.
Reproduce Jung un texto de Abraham Eleuzar sobre la Sulamita en la que ésta exclama: “¿Qué puedo decir? Estoy sola entre las ocultas; pero me alegro de corazón, pues puedo vivir en lo oculto, y me restablezco en mí misma. Pero bajo mi negrura he escondido el verdor más hermoso”. Jung interpreta este texto como una referencia a que “el estado de transformación inacabada, pero deseada y esperada, parece ser no sólo un sufrimiento, sino también una dicha positiva, aunque oculta…En el trato consigo mismo no he encontrado un aburrimiento y una melancolía mortales, más aún, una relación que se parece a la dicha de un amor secreto, o a una primavera oculta en la que de una tierra brota una sementera joven y verde que promete una cosecha futura. Desde el punto de vista alquímico, se trata de la benedicta viridatis, que por una parte remite, en tanto que leprositas metallorum, al CARDENILLO; por otra, a la residencia secreta del espíritu divino de vida en todas las cosas”.
El verde, según Jung, significa crecer, esperanza y futuro, y ésta es la razón de la alegría interior oculta, tan difícil de justificar sin esta circunstancia. Para la alquimia, el verde también significa acabamiento, perfección.
Se ha convertido en una constante en mi vida que los hallazgos arqueológicos se conviertan en claves fundamentales en mi propia evolución de la consciencia y en el futuro de Ceuta. El verde aparece contenido en la negra piedra del betilo hermafrodita y, en el plano geológico, en la oscura mina del cardenillo del Hacho.
La estrecha relación entre el mundo de afuera y mi mundo de adentro explica que perciba en el verdor de la naturaleza y del cobre que rezuma el Monte Hacho la inmanencia del espíritu divino de vida en todas las cosas. He comprendido que el anima mundis (el alma del mundo) no sólo envuelve a la tierra, sino que también la empapa para hacerla fértil y asegurar “una cosecha futura”. Este mismo verdor está contenido en mi interior y me aporta la fuerza necesaria para seguir progresando en la evolución de la consciencia.
Todo está conectado en mi vida de una manera mágica y misteriosa. El exvoto de la diosa, la cueva sagrada, el betilo hermafrodita, las minas de cobre del Cardenillo, la espiral de la vida, etc…El secreto del secreto se está desvelando y me siento afortunado por participar en el despliegue del espíritu de Ceuta.