Ceuta, 26 de septiembre de 2015.
«Que tu sabiduría sea la sabiduría de las canas, pero que tu corazón sea el corazón de la infancia candorosa.», Schiller
Hoy cumplo cuarenta y seis años. El tiempo ha pasado muy rápido. Me miro en el espejo y observo las huellas del tiempo. También lo siento en mis huesos y articulaciones. Han perdido la elasticidad de la juventud. Los músculos acumulan el cansancio. Aunque mi cuerpo se resiente, mi espíritu y mi pensamiento están más jóvenes que nunca. Hace muchos años que deje de crecer en el plano físico, pero no he dejado de hacerlo en el pasado psíquico. He conseguido una mayor comprensión del mundo que me rodea y de las interacciones microcósmicas y macrocósmicas que marcan lo que somos y definen nuestra misión existencial. La clarificación de mi misión ha venido de la mano de un paulatino despertar de todos mis sentidos. Veo, escucho, palpo, huelo y paladeo de manera más intensa. Y al mismo tiempo mi sexto sentido se ha abierto de par en par. La frase de Schiller “no existe la casualidad, y lo que se nos presenta como azar surge de las fuentes más profundas” está siempre presente en mi pensamiento. Han sido muchos los acontecimientos de mi vida que demuestran la sincronía entre lo que sucede en el cosmos y los hechos personales. Esto me ha llevado a estar más pendiente de todo lo que acontece al mí alrededor. Continuamente estamos recibiendo señales que indican el camino de mi vida. Sólo hay que estar pendientes para verlas y reconocerlas. Cuando nos detenemos un rato, respiramos de manera consciente y limpiamos nuestra mente afloran a la superficie las ideas que bullen en nuestro interior.
Cada día tengo más necesidad de acercarme a la naturaleza para practicar este ejercicio de oxigenación mental y espiritual. Abro de par en par mi mente y mi alma para renovar mi corazón y mi pensamiento. Con las puertas así abiertas dejo que las fuerzas del cosmos tomen posesión de mí. Una vez establecida esta íntima comunión con la naturaleza escucho con atención lo que tiene que decirme y lo apunto todo en mi libreta para compartir con los demás. No crean que esta percepción suprasensible es propia de iluminados o místicos. Tal y como explicó Rudolf Steiner, se trata de una capacidad potencial de la conciencia normal en la que es posible educarse. Sólo necesitamos dedicarle el necesario tiempo y esfuerzo para ser capaces de desarrollarla.
El despertar de mi yo cósmico y su crecimiento han desplazado mi ego somático y super-ego. No necesito alimentar mi ego con bienes materiales ni elogios personales. Como cualquier persona deseo amar y ser amado, pero quiero que amen y aprecien al verdadero José Manuel Pérez Rivera. Para ello me esfuerzo por dejar atrás todas las máscaras que ocultan mi verdadero rostro. Sin la costra que confeccionamos con los años para protegernos de los demás estamos más expuestos, pero esto nos permite vivir experiencias sensitivas y emotivas mucho más intensas y placenteras.
De igual modo, la reducción del tamaño de la dimensión grupal de nuestro yo abre el camino a una vida interior más plena. No es nada fácil de desprendernos de las profundas huellas que dejan en nuestra psique las normas y doctrinas de nuestra particular tribu étnica, cultural y nacional. Si algo nos aterra es sentirnos excluidos de nuestro grupo tribal. Sin embargo, tal y como señaló mi querido maestro Lewis Mumford, si queremos superar los graves obstáculos que impiden la creación de una cultura mundial necesitamos “una clase de persona capaz de abrirse paso a través de las fronteras de la cultura y de la historia. Una persona no marcada indeleblemente por los tatuajes de su tribu ni coartada por los tabús de su tótem, no metida para siempre dentro de las ropas de su casta ni embutida dentro de una armadura profesional que no puede quitarse ni aunque ésta ponga en peligro su vida. Una persona a quien sus restricciones dietéticas religiosas no le impiden participar en el alimento espiritual que ha resultado nutritivo para otras personas; y, por último, una persona cuyos anteojos ideológicos no le estorben permitiéndole sólo entrever alguna vez el mundo tal y como se muestra a hombres con otros anteojos ideológicos, o tal como se revela a quienes, cada vez con mayor frecuencia, son capaces de una visión normal sin ayuda de lentes”. Siguiendo estas palabras de Mumford y el lema de Geddes abrazo con simpatía otras culturas y trabaja en pro de la síntesis y la sinergia colectiva gracias a las cuales lograremos una vida digna, plena y rica para todos los seres humanos en armonía y equilibrio con el resto de seres vivos que habitan la tierra.
Me propongo seguir desvelando mi identidad en la que participa las energías eternas del cosmos. Los seres humanos tenemos el gran privilegio de poder aprovechar estas energías de manera consciente y constructiva. Podemos ser co-creadores y protagonistas del poderoso drama del mundo y del cosmos. No aspiro a ocupar un lugar prominente en el escenario. Mi papel es más modesto. Represento un guion en cuya redacción han participado muchas autores a los que admiro: Goethe, Schiller, Emerson, Thoreau, Whitman, Geddes, Eucken, Mumford, Waldo Frank, Ortega y Gasset, Gebser, Campbell, y muchos otros autores del pasado y del presente. A lo más que aspiro es a contribuir a que esta obra no deje de representarse y sin cuento con la suficiente inspiración a escribir aunque sea un modesto apunte en los márgenes de este trascendental drama.
Joan Inglada Roig dice
Feliz aniversario, José Manuel Pérez Rivera, y que puedas cumplir muchísimos mas, no tan solo por lo que escribes, sino principalmente por lo que vives!
Un abrazo!
admin dice
Muchas gracias por tus buenos deseos y felicitaciones, Joan Inglada. Un abrazo,
Edgardo Spivak dice
Feliz cumpleaños José Manuel y mucho de lo que dices, también me pasa pero por suerte, tengo 45 años, jaja
Un fuerte abrazo y todo lo mejor!!
Edgardo
admin dice
Muchas gracias, Edgardo. Somos de la misma quinta. Padecemos las mismas tristezas y gozamos de las mismas alegrías. Cada edad tiene lo suyo. Un fuerte abrazo,