“El clasicismo fue una contrarrevolución “snob” contra el naturalismo popular y la vivaz imaginación de la edad media”, Lewis Mumford.
Muchos pensarán: ¿Qué tiene que ver el capitalismo con el renacimiento?. Según comenta Lewis Mumford en su obra “la condición del hombre”, “la cultura clásica tuvo un singular empleo en la nueva economía del capitalismo: fue el lenguaje secreto de los clases altas…Soñando con una Roma ideal, que no había existido más que en su imaginación, estos mercaderes, escolares y gobernantes trataron de embellecer su propio mundo con reconstrucciones y adaptaciones del pasado clásico”. El supuesto humanismo que surgió a finales del siglo XIV, en opinión de Mumford, ayudó a degradar el arte popular. Antes del mal llamado “renacimiento”, “los hombres participaban en representaciones religiosas, ayudaban a elegir el arquitecto y criticar el trabajo y la decoración de los grandes edificios: la función crítica era tan universal como las oportunidades de creación estética. Todas las fuentes de creación estaban en la vida común”.
Para que tuviera éxito el nuevo orden del capitalismo y absolutismo, “fue necesario hacer caer en el descrédito esta cultura popular, disminuir y ridiculizar su estética; tachar de crudas o bárbaras sus más altas realizaciones…Esta denigración se produjo al mismo tiempo que la transferencia de autoridad de los trabajadores mismos a un déspota estético: el hombre de gusto que había leído los tratados clásicos y sabía de memoria las reglas clásicas”. Con el “Renacimiento”, el sistema mecánico de producción volvió a entrar en la arquitectura, con la ornamentación estandarizada repetida que armonizaba con el orden clásico.
Para Mumford, “la adoración de los clásicos trato deliberadamente de elevar la cultura por encima del nivel popular: por definición, un zapatero, un tallista o un ebanista no podía ser humanista. La cultura pasó a ser un objeto de consumo, sobre todo de tesoros físicos. Las clases superiores cercaron la cultura pagana, dejándola abierta solo para ellos: lo que no estaba dentro del cerco, no era cultura”.
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