Ceuta, 15 de octubre de 2015.
Este libro trata de un triple renacimiento: el mío propio, el de la Gran Diosa Madre y el de un Mundo Nuevo. Este triple alumbramiento, el último aún en ciernes, ha tenido lugar en Ceuta, una ciudad sagrada, mágica y de una extraordinaria belleza. El autor de esta obra, el que les habla a través de estas letras, nació por primera vez en Ceuta, el 26 de septiembre de 1969, un año en el que se dio una entraña conjunción planetaria. Mi autodescubrimiento empezó siendo apenas un niño. Con catorce años comencé a interesarme por la arqueología. Valiéndome al principio únicamente de mis manos empecé a extraer de la tierra vestigios arqueológicos que me hablaban de una ciudad cargada de historias y leyendas. Fue el inicio de una completa fascinación por la arqueología que me llevó a estudiar Prehistoria y Arqueología en la Universidad de Granada. El destino quiso que todas las experiencias y conocimientos atesorados en mis años de estudios universitarios pudiera aplicaros en mi querida ciudad natal. Aquí comenzó una carrera profesional que tuvo como uno de sus principales hitos la codirección de la excavación arqueológica en el Paseo de las Palmeras. Yo conocía bien esta parcela. Siendo un niño acompañé en multitud de ocasiones a mi padre a la “Ferretería Aguilar” en la que se reunían los pioneros de la fotografía ceutí. Rodeados de grandes maestros de la fotografía escuché hablar por primera vez de objetivos, diafragma, foco, obturador, filtros y trípodes. Mi mirada fue educada escuchando con atención las conversaciones de mi padre y sus amigos sobre la luz y la fotografía, así como observando las fotografías de las exposiciones que mi padre organizó en varias ocasiones. En este ambiente surgió mi gusto por la fotografía y mi perspectiva del espacio. Este libro está ilustrado con una amplia muestras de fotografías. No fueron realizados con un propósito artístico, sino como acompañamiento de los sentimientos y pensamientos que fueron quedando expuestos negro sobre blanco en mi cuaderno de anotaciones.
Curiosamente en la mencionada “Ferretería Aguilar” del Paseo de las Palmeras compré con unos ahorrillos mi primer escardillo con el buscaba restos arqueológicos en los solares de la cercana Gran Vía. Pasados muchos años, y ya siendo arqueólogo, excavé en el mismo lugar en el que estuvo la “Ferretería Aguilar” y allí encontré una inscripción votiva dedica a la Diosa Isis. Fue mi primer contacto con la Gran Diosa Madre. Unos años después decidí tomar partido por la defensa del patrimonio cultural y natural de Ceuta, participando en la constitución, junto a un grupo de amigos, de la asociación Septem Nostra. Esta decisión me animó a interesarme por la protección y la conservación de la naturaleza. En este tiempo descubrí a un autor que marcaría mi trayectoria intelectual: Lewis Mumford. De su mano entre en contacto con las obras de otros autores como Emerson, Thoreu, Whitman, su amigo Waldo Frank o su maestro Patrick Geddes. Todos ellos, y algunos más, me abrieron la puerta a una cosmovisión distinta de la vida de la vida y el cosmos. Empezó aquí una etapa de muchas lecturas que fueron enriqueciendo mi mundo interior. Dentro de mí fue creciendo un segundo ser: una persona dotada de una mayor profundidad intelectual y una mayor altura espiritual. Fue así como me preparé para mi segundo nacimiento. Estaba ya preparado para asistir al renacimiento de la Gran Diosa Madre. En una tarde primaveral, cercana al solsticio de verano, encontré su imagen en una gruta excavada por el hombre siglos atrás. Se cumplía de este modo un presagio que tuve a principios de ese mismo año durante una fase de revelación e intuición.
A los pocos días hallé el ídolo sagrado esculpido en piedra negra. En su renacimiento la Gran Diosa Madre quiso que el acompañara este símbolo de representa la conjunción de opuestos. La aparición del ídolo vino a confirmar el carácter sagrado de Ceuta. Era, como me fue comunicado en mi fase de revelación o epifanía, la perfecta materialización de una metáfora universal: el equilibrio entre energías contrapuestas y su integración dinámica capaz de dar a luz a un nuevo tiempo.
Por motivos que escapan a mi entendimiento estoy siendo coparticipe, a la vez que espectador, de un triple renacimiento: el mío, el de la Gran Diosa y el de un Mundo Nuevo. Este triple renacimiento quedo marcado en el firmamento en los días posteriores a la aparición de la Gran Diosa con la alineación planetaria de Venus, la luna y Júpiter, y el solsticio de verano.
Los mensajes son tan claros y evidentes que a nadie le deberían pasar desapercibidos. Sin embargo, a muchos una tupida telaraña, similar a la que cubría el cuerpo de la Gran Diosa Madre, les impide contemplar este renacimiento de la humanidad y participar en él. La Gran Diosa ha renacido desposeída del manto que impedía ver su cuerpo y conocer sus secretos. Se nos presenta dando luz a un Mundo Nuevo.
El renacimiento de la Gran Dios Madre anuncia un nuevo despertar de la conciencia anticipado por autores como Jean Gebser, Joseph Campbell o Ken Wilber. Nuestros ojos volverán a ver; nuestros oídos escucharán el canto de las Musas y la sinfonía del cosmos; nuestro olfato volverá a oler el fresco de las “Hojas del Hierba”; nuestro paladar volverá a paladear el néctar de la Gran Diosa; nuestra piel dejará ser una barrera para convertirse en una membrana que conectará nuestra alma con el cosmos; nuestra glándula pineal se activará y nos convertiremos en seres luminosos que iluminaremos el oscuro firmamento.
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