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3 junio, 2017 por admin 2 comentarios

Comentarios

Aixa dice

22 agosto, 2018 al 12:19 am

Precioso blog, yo tambien amo Ceuta y la recuerdo con emoción. Ciudad que se mete en el alma de los que vivimos allí en algúna época de nuestra vida y nos llenamos de su visión. Sin duda es la Perla del Mediterráneo…

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- admin dice
  
  22 agosto, 2018 al 6:57 am
  
  Muchas gracias por su amable comentario. Compartimos un mismo sentimiento de amor a Ceuta, un lugar que deja huella a todos aquellos que han tenido la suerte de vivir aquí. Un cordial saludo,
  
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Mi nombre es José Manuel Pérez Rivera y nací en Ceuta el 26 de septiembre de 1969. Tuve la suerte de nacer en el seno de una familia que me ha aportado el mejor bien que nos puede regalar la vida: el amor. Siendo aún un niño descubrí que mi vocación era la arqueología. A ella dedique muchos ratos de ocio y de estudio en la juventud. Estudié Prehistoria y Arqueología en la Universidad de Granada. De esta preciosa ciudad me traje, a la vuelta a mi ciudad, muchas e intensas experiencias y a mí compañera de la vida, Silvia. Junto a mi mujer comencé un proyecto vital que ha dado como fruto dos maravillosos hijos: Alejandro y Sofía. En este tiempo algo cambió en mí. Empecé a preocuparme por lo que sucedía fuera de los estrechos muros de mi ámbito de estudio y profesión. Fue así como se despertó en mi interior una intensa inquietud por la conservación del patrimonio cultural y natural, por su difusión y por su estudio. En el transcurso de mi nueva trayectoria personal descubrí a un pensador que ha cambiado mi pensamiento y acción: Lewis Mumford. De su mano conocí a su maestro Patrick Geddes o a su amigo Waldo Frank, así como a otros autores,-Whitman, Emerson, Thoreau, Ruskin o Morris-, que les antecedieron en la defensa y potenciación de la vida. Todos ellos me ha ayudado a madurar en el plano personal e intelectual. Sus voces han despertado algo que se ocultaba y dormía en las profundidades de mi ser. Siento que vuelvo a nacer, esta vez espiritualmente, como los brahmanes (Hegel). Quiero dedicar esta segunda etapa vital a la renovación de la vida, al fortalecimiento de la vida interior, a la elevación de la condición humana, a contribuir a noble de esfuerzo de que todas las personas tengan la oportunidad de una vida digna, plena y rica. Una vida que merezca ser vivida.