Ceuta, 16 de enero de 2017.
Son las 18:56 h. Se acaba de ir la luz en Ceuta. Sigo escribiendo, pero ahora a la luz de una vela, al igual que pudo hacer Patrick Geddes al dejarnos la siguiente idea: “tal como piensa un hombre, así es él…El pensamiento de vengarse hace al asesino, el de ganancia al avaro o el ladrón, los deleites de poder al opresor, soñar con la belleza hace al artista; soñar con la verdad hace al filósofo. Soñar con una clase de amor hace al poeta, con otra al estadista y con otra al santo”.
Mi ascenso en el nivel de conciencia ha cambiado mi manera percibir y sentir el mundo, la naturaleza y el cosmos. Soy distinto de lo que era hace unos años.
Escribo ahora iluminado con la linterna que sostiene mi pequeña Sofía. A mi niña le da miedo la oscuridad, mientras que yo estoy disfrutando de este momento. Me acabo de asomar por la ventana para contemplar un bello firmamento libre de cualquier forma de contaminación lumínica. El Monte Hacho es una puerta celestial por la que han salido los hermanos Castor y Polux, y antes que ellos el gigante Orión acompañado por sus inseparables canes. Pienso que la luz se ha ido para que pudiera verlos y así cuente con una prueba concluyente de la dimensión mágica del Hacho. Esta irrepetible imagen del cielo nocturno de Ceuta me acompañará siempre.
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