Ceuta, 27 de noviembre de 2016.
Buenas tardes:
Muchas gracias a todos por vuestra asistencia. Llegado el final de la temporada es hora de celebrarlo y también de hacer balance. Han pasado algo más de dos años desde que Keke Raggio y yo nos sentáramos en una mesa del gastrobar “de buena cepa” para tomarnos un café y dibujar sobre un papel el primer esquema del proyecto “salzone, salazones de Ceuta”. Aquel día no pudo asistir Mario a la reunión, pero fue informado enseguida de las ideas que habíamos esbozado sobre un pliego de papel. Luego vino una fase más técnica de ordenar y clasificar los objetivos, determinar la estrategia y seleccionar las acciones que harían posible lograr nuestro principal propósito: la preservación de un patrimonio etnográfico y gastronómico de enorme importancia para Ceuta, como son sus salazones de pescado. Ya con el documento técnico en la mano organizamos y realizamos una ronda de contacto con los principales agentes sociales, políticos y económicos de la ciudad. El resultado fue muy satisfactorio. Todas las personas y entidades con las que nos reunimos manifestaron su interés, e incluso entusiasmo, por el proyecto que le presentamos.
En el plano político, el nacimiento del proyecto salzone coincidió con el ocaso de la legislatura. No obstante, el entonces gerente de Servicios Turísticos, el Sr. Doncel, apoyó el proyecto con palabras y hechos. Ese verano pudimos llevar a cabo un ensayo general del producto turístico, “salazones de Ceuta, un placer en todos los sentidos”, para representantes del sector turístico y hotelero, así como para el público en general. La actividad resultó todo un éxito. Coincidió también que en estos primeros meses de vida del proyecto se convocaron los premios EDEN de la Unión Europea, cuya convocatoria de ese año estaba dirigida, precisamente, al turismo gastronómico. Nos presentamos con nuestro modesto y recién nacido proyecto para competir con destinos muy consolidados, y logramos quedar entre los finalistas. Nuestra propuesta había obtenido este reconocimiento por su originalidad y cuidado planteamiento técnico.
Todo indicaba que el proyecto nacía con grandes expectativas por delante. Sin embargo, los malentendidos con los responsables políticos del área de turismo y el tibio apoyo que siempre nos ha prestado la Ciudad hicieron que esta iniciativa perdiera fuelle. Sólo el entusiasmo y el empeño de un pequeño grupo de personas han permitido que este proyecto no se viniera a pique. Reforzamos la tripulación con incorporaciones tan importantes como la de David Castellano y sentimos que las velas de nuestra modesta nave se hincharan con el apoyo institucional de la Consejería de Educación y Cultura y la Confederación de Empresarios, así como de empresas patrocinadoras como Cocinas Julián Muñoz, el Casino de Ceuta o Foto J. Carrasco. No menos importante ha sido y es la implicación de los bares y restaurantes que habéis querido participar en las dos ediciones que llevamos del concurso de la tapa hecha con salazones. Gracias a vuestro trabajo, vuestra experiencia y vuestra creatividad hemos logrado que las salazones de Ceuta estén presentes en las cartas gastronómicas de la hostelería ceutí. Este año, además del concurso gastronómico, hemos organizado un concurso fotográfico. Queríamos con esta iniciativa que otras modalidades del arte, como la fotografía, sirvieran para promocionar nuestra más antigua tradición marinera y gastronómica.
Queda mucho por hacer y, aunque las ganas no flanquean, las fuerzas se acaban. Remar contra corriente, como saben muchos de los que hoy aquí nos acompañan, cansa mucho y agota hasta el más fuerte y valiente de los hombres. Nos ha tocado navegar en las turbulentas aguas de la crisis económica y los cambios de ciclo político. Para acometer algunas de las iniciativas que hemos planteado, como el adecentamiento de las volaeras y del propio lugar, donde cada primavera y verano se asientan, hace falta inversión económica y, sobre todo, voluntad política. Ninguna de ellas las hemos visto por ningún lado. La inclusión en el programa de acción de gobierno de un proyecto para dignificar el espacio donde trabajan los maestros salazoneros se ha disipado con la misma rapidez que lo hace el taró cuando llegan los primeros rayos del sol. Tampoco hemos logrado deshacer los numerosos nudos que atan las redes del sector pesquero y salazonero ceutí. Hemos mantenido varias reuniones con la administración local, pero ningún resultado tangible podemos ofrecer en la gala de esta noche. Nuestra conclusión es que la pesca y las salazones de Ceuta no son una prioridad para este gobierno. Es un asunto muy enrevesado al que no se sabe muy bien cómo meterle mano, así que la solución adoptada ha sido dejar este asunto metido en un cajón y dedicarse a todos temas. Pero los años pasan y el relevo generacional no llega, excepto un par de prometedoras volaeras conducidas por personas jóvenes. Sería una tragedia cultural para Ceuta que el arte de las salazones se perdiera por la falta de apoyo institucional y cívico.
En estos tiempos de crisis necesitamos, más que nunca, reforzar nuestro sentido de pertenencia a un lugar tan especial y bello como Ceuta. Es necesario renovar nuestra manera de percibir nuestro entorno y hacer un uso sostenible de los recursos naturales de los que disponemos. Todos sabemos que una parte importante de la crisis del sector pesquero en Ceuta ha sido la sobrepesca. Nuestra manera de tratar el medio ambiente tiene que ser a la fuerza distinta. En la actualidad el mar ya no es visto tan sólo con una fuente de recursos para su explotación económica, sino como un recurso turístico y cultural de gran importancia estratégica. En un mundo cada día más globalizado y homogenizado los turistas curiosos y los verdaderos viajeros buscan disfrutar de experiencias genuinas e integrales, que alimenten su conocimiento, sus percepciones y sentimientos. Todos estos ingredientes son los que tiene nuestro producto turístico “Ceuta, un placer en todos los sentidos”. Por esta combinación de sabores logramos que nuestra propuesta turística llegara a ser finalistas de los premios EDEN e integrarnos en la red europea de destinos de excelencia.
Sin embargo, todos los que aquí estamos lo sabemos, tener un buen producto no es suficiente para atraer a los potenciales clientes. La competencia es feroz en una oferta turística tan desbordante como la española. No hay ni un solo pueblo en España que nos aspire a convertirse en un destino turístico. Hacerse un hueco es muy difícil, pero nosotros lo logramos en muy poco tiempo. Gracias a haber conseguido quedar entre los finalistas del premio EDEN hicimos posible que el nombre de Ceuta y sus salazones aparecieran en la portada del portal oficial del Ministerio de Turismo o entre las páginas de los suplementos sobre turismo de los más prestigiosos medios de comunicación nacionales, como “El País” o, como ocurrirá dentro de poco, en la reconocida revista National Geographic.
Toda esta sinergia, muy a nuestro pesar, no ha sido valorada y aprovechada por el gobierno de la Ciudad Autónoma de Ceuta. Hemos abierto una puerta que podría conducir a un mejor escenario turístico para nuestra ciudad, pero nadie ha querido atravesarla. No es posible crear una marca turística a partir de una modesta iniciativa ciudadana como la nuestra. Hace falta mucho más, entre otras cosas un plan estratégico turístico que clarifique y defina los objetivos, las estrategias y las acciones futuras en materia de promoción turística. Tenemos lo importante, que son los recursos naturales, culturales y gastronómicos para conformar un destino turístico realmente atractivo, pero nos falta el suficiente empeño político y cívico para hacer de estos recursos una verdadera fuente de creación de riqueza y empleo para Ceuta. Por nuestra parte, seguiremos aportando lo poco que tenemos: trabajo, experiencia, ideas, ilusión y esfuerzo. El corazón de la ciudad no deberían ser los gobiernos o en exclusividad los partidos políticos, sino el conjunto de los ciudadanos. Cuanto más grande sea este corazón, más energía podrá bombear hasta las arterias y venas del cuerpo social para revitalizarlo. Tenemos el deber colectivo de luchar por el patrimonio cultural y las tradiciones de Ceuta, “solos o con el apoyo de todos”, como juraban los jóvenes atenienses al incorporarse a la vida social de la cuna de la democracia. Las generaciones de nuestros antepasados que vivieron del mar y por el mar han depositado en nosotros la gran responsabilidad de no dejar morir al sector pesquero y salazonero. También nos miran desde el futuro nuestros hijos y las siguientes hornadas de ceutíes. A ellos les corresponderá hacer un justo juicio de nuestro presente, que será su pasado. Que al menos puedan decir de nosotros que lo intentamos, que fuimos honestos y valientes, que no desfallecimos en el lucha por esta ciudad y sus gentes, que hicimos todo lo que estuvo a nuestro alcance para suscitar un respeto y una reverencia igual por Ceuta entre el resto de los españoles, los europeos y la gran familia que es la humanidad.
Por nuestra parte sólo nos queda decir que seguiremos esforzándonos sin cesar por promover la conservación del arte de las salazones ceutíes, entendiendo este empeño como un deber cívico al que todos los ceutíes, empezando por las autoridades, están convocados.
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