Ceuta, 9 de octubre de 2016.
Esta noche he dormido mal. Estaba inquieto y con ganas de que llegara la hora de levantarme. A las 7:00 h sonó el despertador y en cuanto me levanté me fui al estudio para asomarme por la ventana y contemplar el firmamento. Tras muchos días de levante, el aliento de Céfiro ha limpiado el cielo. La constelación de Orión se ve a la perfección. Cada día que pasa se encuentra más hacia el oeste. Durante el tiempo en el que la estrella Sirio me acompaña en mis despertares físicos y espirituales, mi clarividencia y lucidez son más fuertes. La diosa Isis es mi gran inspiradora y la luz que ilumina mi alma. Gracias a su ayuda estoy avanzando, a pasos agigantados, en mi misión de desvelar el carácter del espíritu de Ceuta.
Poco antes de las 10:00 h se han levantado Silvia y Sofía. Alejandro llevaba un rato despierto. Viendo el día tan bueno que hacía le he propuesto a la familia que fuésemos a la playa del Desnarigado. Al salir de la casa y observar el indescriptible azul del cielo, no he tardado ni un segundo en identificarlo con la Montaña de Cristal en la que estaban encerrados los “Siete Hermanos”, convertidos en cuervos, del cuento de Grimm. Su hermana Sophia ha venido para liberarlos.
Al llegar a la playa, a eso de las 11:30 h, no había casi nadie en la bella cala del Desnarigado. La luz esta mañana era mágica. Todo lo que tocaba se volvían del color de las más preciadas joyas. El cielo era una aguamarina y el mar un lapislázuli que dejaba esmeraldas en la orilla.
No tardé mucho en meterme en el agua cristalina de esta pequeña y coqueta bahía. El reflejo de las irisaciones de la superficie marina sobre el fondo arenoso parecían los eslabones de un collar de oro. Ante tanta bella la puerta del entendimiento se me ha vuelto a abrir. Lo que he visto tras el umbral es la confirmación de mi intuición respecto a la relación de espíritu de Ceuta con la diosa Sophia. Al oler y sentir en mis labios la sal marina, portadora de la sabiduría y la conservación de la vida, he pensado que el genius loci de Ceuta no podía ser otra que Sophia. Su principal atributo y símbolo es el mar salado que rodea a esta ciudad y le aporta personalidad.
Después de mi baño he jugado con Sofía, mi hija pequeña, en la orilla. Hemos intentado construir castillos de arena. No es casual que mi hija tenga el mismo nombre de la diosa que envuelve a Ceuta. Cuando decidimos ponerle este nombre desconocía lo que tres años más tarde iba a descubrir. Ahora que lo pienso, el nacimiento de mi segunda vida coincidió con la llegada al mundo de mi hija Sofía. Desde este punto de vista, quienes esta mañana jugábamos en la playa eran dos niños de corta edad. Tengo la esperanza de que todos los castillos de arena que he intentado construir en mi vida y se han deshecho entre mis dedos, al igual que nos ha sucedido esta mañana, puedan ser sólidamente levantados por mis hijos Alejandro y Sofía.
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