El libro que tienen entre sus manos o en la pantalla del ordenador es una obra de carácter iniciático que narra las experiencias, los sentimientos y los recuerdos de quien les escribe a lo largo de un viaje, de tan solo un día, -entre Oriente y Occidente-, a lo largo de la pequeña península de Ceuta. El motivo que me impulso a llevar a cabo este proyecto literario es completar una idea que rondó por la cabeza del poeta Walt Whitman, pero que él no pudo realizar por el mal estado de salud que padeció en los últimos años de su vida. Tengo que decir, antes de seguir, que si no hubiera sido por la influencia de Whitman posiblemente éste, y el resto mis libros, nunca habrían sido escritos.
Fue en el verano del año 2013 cuando encontré, en una librería de Granada, una edición española de la obra “Perspectivas democráticas y otros escritos” de Walt Whitman. Unos meses antes, había dedicado muchas semanas a traducir por mi cuenta, y con un resultado poco satisfactorio, esta misma obra poco conocida del inmortal y cósmico poeta americano. Así que no dude ni un segundo en comprarla y empezar a leer en cuanto llegué a casa.
Como reza en el título del mencionado libro de Walt Whitman “Perspectivas democráticas y otros escritos”, la obra tiene como tema central las perspectivas de Whitman y contiene un apartado secundario denominado “otros escritos”. Este “otros escritos” corresponde realmente a una recopilación que hizo el propio Whitman de las anotaciones en sus cuadernillos, tomadas en dos momentos de su vida: sus visitas a los enfermos y heridos durante la Guerra de Secesión, por un lado; y los años posteriores al ataque de parálisis que sufrió en el 1876. En una de sus últimas anotaciones, que Whitman titula “confesiones últimas”, comentaba que el plan que barajaba al escribir la referida segunda parte de sus anotaciones “era originariamente conseguir datos y elementos para uno poema sobre la naturaleza que llevase en sí las experiencias personas de unas cuantas horas, desde mediodía hasta el final de la jornada”.
Durante los últimos tres años he seguido los pasos de Walt Whitman y Henry David Thoreau para recorrer muchos caminos a lo largo y ancho de Ceuta. El resultado más tangible de estas experiencias sensitivas y emotivas son los cincos cuadernos que he rellenado con mis escritos íntimos y personales. El motivo que me ha impulsado a hacerlo ha sido dejar testimonio de lo que soy y de lo que podría llegar a ser, así como absorber el espíritu de Ceuta. Puede que también todos estos paseos por la naturaleza ceutí y todas las páginas escritas no hayan sido otra cosa que el entrenamiento que necesitaba para escribir esta obra que he titulado “El Día de mi Vida”.
El objetivo que persigo con la escritura de este libro es mostrar la estrecha relación que existe entre el macrocosmos y el microcosmos tanto en la dimensión temporal como espacial. Esta idea la concreté en un breve texto que publiqué en mi blog a comienzos de la primavera del año 2014. Decía así: “nuestra vida, con su primavera, verano, otoño e invierno, no es otra cosa que un año ampliado a varias décadas. En orden inverso, lo mismo sucede con nuestros días: son con un año reducido a varias horas”. Quiero, por tanto, demostrar que un día completo de vida plena y consciente puede equivaler a toda una existencia prolongada. De igual modo, es mi objetivo ilustrar que un recorrido por tu ciudad, desde el lugar donde el nace el sol hasta el punto en el que se oculta, es una distancia apropiada para hacer balance de tu vida y planificar las etapas que aún te quedan por cubrir en tu existencia. Estoy convencido de la utilidad de este ejercicio, -que combina contemplación consciente e introspección profunda-, para lograr una vida plena y rica.
Este ejercicio que yo he realizado, y que te propongo que hagas allí donde vivas, tiene un carácter eminentemente íntimo y personal. Nadie puede hacerlo por ti ni debes temer que alguien pueda copiarlo. Se trata de una actividad en la que debes girar, -como si fueras una espiral-, entrando y saliendo sin parar de tu mundo de adentro y tu mundo de afuera. Te recomiendo que este viaje por tu tierra y por tu vida lo hagas solo. Ya tendrás oportunidad a posteriori de compartirlo con tus familiares y amigos, incluso de repetir la experiencia con ellos. Seguro esa sería otro proyecto muy interesante para el futuro.
Este libro, como ya habrás captado, está dirigido a todas aquellas personas a las que les interesa fortalecer su vida interior y desean conocer quién es y para qué están aquí. Vivir en plena consciencia, con todos los sentidos interiores y exteriores activos, es el mejor regalo que te puede hacer la vida.
La preparación de este día, el día de mi vida, me llevó algún tiempo. Tenía claro cuál iba a ser el punto inicio y el del fin del recorrido, pero desconocía cuáles serían los puntos que recorrería ni cuánto tiempo estaría en cada de los sitios a visitar. Mi propósito era seguir la trayectoria del sol por el territorio ceutí. Esta era la idea original de Whitman y quise mantener la esencia de su proyecto. A diferencia de los tiempos de Whitman, ahora contamos con potentes aplicaciones informáticas que nos facilitan mucho la preparación de una iniciativa de esta índole. Busqué en internet y di con una página (http://www.sunearthtools.com/), dirigida a los consumidores y productores de energía solar, que te suministra un completo informe sobre la posición del sol en cada momento para la fecha y el lugar que tú indiques. Yo elegí como punto de referencia el solar de la calle Galea en la que hace un año realicé una excavación arqueológica. En el transcurso de esta intervención documenté una estructura excavada en la roca en la que realizaron en la edad media ritos relacionados con la fecundidad. Tal y como averigüé durante mis estudios de este yacimiento, la cámara en la que se realizaron estaba situada en un vórtice solar muy preciso, además de estar orientada hacia la línea de salida y ocultación del sol en el solsticio de verano.
Al introducir los datos en la mencionada aplicación informática me quedé realmente sorprendido. La curva que marcaba la trayectoria del sol rodeaba de manera perfecta todo el borde marino de la bahía sur de Ceuta para pasar, a media tarde, por la línea que une a la península de Ceuta con la zona continental hasta desembocar en la bahía norte. Pero todavía había más sorpresa en este recorrido que me marcaba el propio sol. Me quedé boquiabierto al comprobar que la mayoría de los puntos que el sol me decía que debía visitar eran los que yo más había frecuentado en los últimos años.
A la hora del amanecer, a las 7:14, tenía que estar en la Sirena de Punta Almina. Desde aquí describiría el alba y las últimas estrellas. Luego bajaría a la Playa del Desnarigado. A las 11:00 debía estar en el morabito de Sidi bel Abbas. A las 13:00 me daría un baño en la playa del Sarchal antes de llegar al mirador del Pintor, a las 14:26 h, para ser testigo del mediodía solar.
Ya por la tarde, a las 16:00, pasearía por las Murallas Reales y desde allí me dirigiría a los jardines de la República Argentina donde descansaría un rato antes de llegar a la playa de Benitez. Desde este lugar iniciaría mi camino hasta llegar a Benzú, donde, a las 21:39, acompañaría al sol hasta su entrada en el reino de Hades.
En total el recorrido me llevaría catorce horas y cuarto. Por tanto, a cada una de las cuatro estaciones del día y de mi vida le dedicaría, aproximadamente, tres horas y media. En el siguiente cuadro resumo la duración y los puntos de referencia para cada una de las etapas del viaje y periodo de edad al que corresponde cada una de las estaciones. Lógicamente, en mi caso no he cubierto todas estas estaciones. Aún estoy al comienzo de mi otoño. No obstante, aproveché este periodo de tiempo que está por escribir para reflexionar sobre mi pasado y mi presente, así como para planificar mi futuro.
El cuándo iba a llevar a cabo mi proyecto era un aspecto muy importante. Lo deseable hubiera sido hacerlo el mismo día del solsticio de verano, ya que es un día muy especial, además de ser el día más largo del año. Pero ya sabemos que uno no hace siempre las cosas cuando quiere, sino cuando puede. Y este ha sido mi caso, -por fortuna-, como un poco más adelante explicaré.
El día 7 del presente mes de julio de 2016, llevé a Silvia y a los niños a Armilla (Granada) para que pasaran allí las vacaciones de verano. Yo, el domingo 10, regresé a Ceuta. Tenía que presentar una serie de documentaciones y limpiar los materiales de la última excavación arqueológica. Tenía decidido que era el momento de realizar mi proyecto y que no debía esperar mucho. Era necesario hacerlo antes de que avanzara más el verano y los días fueran acortándose.
Consulté las previsiones meteorológicas y observé que para la semana que comprendía los días 11 al 17 de julio el único día adecuado para hacer mi viaje el martes día 12. El rango de temperatura era el más conveniente y, lo que era más importante, este día estaba previsto que soplara fuerte viento de poniente y el cielo iba a estar completamente despejado de nubes. En los días de poniente la luz es imponente y es posible ver con nitidez los paisajes del Estrecho de Gibraltar, al norte; y los de la fachada mediterránea entre Ceuta y Cabo Negro.
Las previsiones meteorológicas para los siguientes días no eran buenas. Al día siguiente, miércoles día 13, el viento iba a rolar a levante y así estaba previsto que estuviera toda la semana, como se está cumpliendo. De hecho el miércoles el día amaneció bien, pero se fue nublado a lo largo de la mañana y de la tarde. Pensé para mí: “¡Qué suerte he tenido!”. Lo que no podía imaginar era lo que iba a descubrir a los pocos minutos. Leyendo una entrada en Facebook me enteré que el día en el que llevé a cabo mi proyecto se conmemoraba el 199 aniversario del nacimiento de Henry David Thoreau. No contaba con este dato decidí que el día 12 de julio sería la fecha para realizar mi ansiada idea de pasar un día completo, desde el amanecer hasta el atardecer, recorriendo Ceuta con mi máquina de fotos y mi libreta. Se puede decir que no fui yo, sino la propia naturaleza la que eligió el día, ya que de ella depende la misteriosa combinación de los fenómenos climáticos. Quiso la naturaleza que fue este, y no otro día el idóneo para esta iniciativa, y, además, se preocupó de que todo saliera y esté saliendo a la perfección.
Con mucha frecuencia pienso en el gran misterio que es la escritura, y en general toda obra artística. Primero te llega una idea, que no sabes si procede de un interior o del mismo cosmos, para que diseñes tu proyecto. Es como una semilla que tú cuidas, riegas y abonas en tu jardín interior. Poco a poco vas viendo como esta semilla comienza a germinar y a emerger desde tu suelo más fecundo, alimentándose de los nutrientes dejados por tus experiencias, recuerdos y pensamientos. Va creciendo y creciendo hasta que alcanza su máximo tamaño. Entonces surgen sus colores, en forma de flores, y empiezas a escribir animado por su belleza. Vives momentos de gran emoción que sobrecogen tu corazón y llenan tus ojos de lágrimas de gozo. En estos instantes sabes que lo que estás escribiendo está destinado a perdurar en el tiempo y que quien escribe no eres tanto tú, como tu alma. Luego llega el momento de ver salir los frutos de tu creación en forma de palabras que se disponen de manera armoniosa sobre las hojas de tu libro, como los hacen los frutos naturales en las ramas de los árboles.
Cuando ves delante de ti el árbol de la vida que tú has creado te maravillas, pues ni tu imaginación fue capaz de dibujar tanta belleza. Ahí quedan, a tu vista y a la de todos, los frutos de tu creación. Algunos, como si fueran pájaros picotean estos frutos y se quedan en sus labios el sabor de tu palabras, pero la mayoría pasan de largo. No les interesa el alimento que tú les ofrece. Sus almas están desnutridas y no tienen fuerza para dirigir la mirada de sus poseedores hacia la bondad, la verdad y la belleza. Son el cuerpo y el ego los que domina su voluntad. Pero, por fortuna, también pasan junto a tus creaciones almas hambrientas que se sientan bajo tu árbol para descansar y nutrirse con tus sentimientos y pensamientos. Como escribió en cierta ocasión Whitman, “el público del escritor que retrata la vida espiritual o interior es limitado, y a menudo reacio, pero le dura para siempre”. A estos pocos que me siguen, y a los que se sumen en el futuro, les dedico este libro.
Como dije con anterioridad, este experimento que realicé el día 12 de julio de 2016, que quedara en mi recuerdo como “El Día de mi Vida”, lo puede realizar cualquiera en su tierra natal o de adopción. Lo importante es lo que lo hagas con la mayor receptividad y sensibilidad posible. Yo veo mucho tiempo siguiendo el consejo de Patrick Geddes, Lewis Mumford, Henry D. Thoreau, Ralph Waldo Emerson y Walt Whitman de intentar captar e interiorizar el genius loci o espíritu de mi ciudad: Ceuta. Todos estos autores me han animado a acometer esta misión, aunque cada uno de ellos lo expresara a su manera. Elijo, para reproducirla, las palabras de Whitman porque son las que, cada vez que las leo, más me emocionan:
“El espíritu y la forma son una sola cosa, y depende mucho más de asociación, de identidad y de lugar, de lo que habitualmente se piensa. Sutilmente entretejido con la materialidad y la personalidad de una tierra, de una raza, -sea la que sea-, siempre hay algo, aunque yo casi no sé lo que es, y la historia se limita a describir sus resultados, que es lo mismo que la inadivinable expresión de algunos rostros humanos. También la naturaleza, en sus impasibles formas está lleno de esto, pero para la mayor parte lo que ahí es un secreto. Y este algo está arraigado en las raíces invisibles, en los más profundos significados de ese lugar, raza o nacionalidad; y absorberlo y efundirlo de nuevo, exhalando palabras y productos de su propio medio, y llevándolo a las más altas regiones, he aquí la obra, o la mayor parte de la obra, del verdadero escritor de cualquier país que sea, poeta, historiador, conferenciante, y, quizás, incluso sacerdote o filósofo. Aquí, y solamente aquí, están los cimientos de nuestro verso, drama, etc., realmente valioso permanente”. Walt Whitman, “Perspectivas democráticas y otros escritos” (edición Capitán Swing, 2013, pág. 114).
Deja un comentario