Ceuta, 5 de febrero de 2016.
Es cierto lo que figura en las primeras páginas del libro “Kybalión”: este libro te busca a ti cuando considera que estás preparado para entenderlo y aplicar sus enseñanzas. Su lectura ha sido realmente reveladora. Creo haber entendido todos los principios y valorado su importancia. Me he quedado impresionado por la nueva dimensión que ha adquirido para mí los principios masculinos y femeninos aplicados al plano mental. He llegado a interiorizar que la parte subjetiva del ser humano, -que alberga los aspectos femeninos-, tienen que ser dirigidos por la parte masculino que es la voluntad. Es necesario reforzar el “yo” para lograr un fructífero matrimonio como el “mí”, cuya manifestación más tangible es el “mi yo”.
Ahora comprendo por qué siempre me han emocionado tanto los versos en los que Whitman habla de “mi yo”. Están hablando del matrimonio sagrado entre los principios masculinos y femeninos que rigen el cosmos.
Todo el poder está en la mente. Toda la fuerza reside en el “yo”, en “mi yo”. Un “mi yo” que Whitman hace sinónimo de la vida. No hay otra vida posible y verdadera que la de “mi yo”. La existencia debería ser una continua conversación con nuestro “yo”, con nuestra alma.
Algunos pasajes extraídos del Kybalión apuntados en mi libreta:
“El desarrollo espiritual significa el reconocimiento, la realización y la manifestación del espíritu interno”
“Todo progreso es una vuelta al hogar. Todo se mueve hacia arriba, adelante, a pesar de las aparentes contradicciones”
“Un examen cuidadoso demostrará que lo que llamamos casualidad es meramente una expresión concerniente a causas oscuras, causas que no podemos percibir, causas que no podemos comprender”.
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