Ayer, día 6 de noviembre de 2015, tuvo lugar un interesante encuentro entre dos grandes figuras del pensamiento actual: el sociólogo polaco Zygmunt Bauman y el filósofo español Javier Gomá. La moderación del diálogo recayó en la conocida periodista Mara Torres. Esta última fue la encargada de presentar a ambos pensadores y de apuntar los asuntos a debatir: el concepto de cultura en el siglo XXI; la crisis de los refugiados; el movimiento de los indignados; y el impacto de las nuevas tecnologías.
El primero en tomar la palabra fue Zygmunt Bauman. Fiel a su concepto de la fluidez para describir a la sociedad actual comentó que no sabemos muy bien adonde nos dirigimos. Asistimos a un momento de interregno caracterizado por un estado de confusión provocado por la constatación de que la manera antigua de hacer las cosas ya no funciona. Sabemos lo que nos gusta, pero desconocemos el objetivo último de nuestra existencia.
Respecto al concepto de cultura, Bauman declaró que se trata de un concepto relativamente nuevo que ha cambiado mucho en los últimos tiempos. Su aparición es datada por este sociólogo a finales del siglo XIX y surgió con el objetivo de traer claridad a un mundo confuso. A partir del concepto de cultura se intentó construir una sociedad madura. Sin embargo, esta colección de normas que constituye la cultura ha sido sustituida por multitud de ofertas de ocio y entretenimiento. Se ha convertido en algo comercial, en un gran negocio del que algunos obtienen grandes beneficios. Lo que define a la cultura actual es la amplia colección de ofertas entre las que elegir. Esto ha llevado a una crisis de la cultura al perder su función original de añadir significado a nuestras vidas.
Luego le tocó el turno de intervención a Javier Gomá. Empezó su intervención indicando los puntos en común con la visión de Bauman, al mismo tiempo que marcaba distancia entre la sociología y la filosofía. Desde su punto de vista, la filosofía que el practica tiene más de prescriptiva que de descriptiva. Para situar su posición hizo un breve repaso histórico del concepto de modernidad y destacó la importancia axial de los cambios que el propio concepto de humanidad experimentó entre finales del siglo XVIII y el siglo XIX. Fue en este momento histórico cuando el hombre y la mujer adquieren una nueva dignidad. De manera paralela se produce un enamoramiento de la libertad que viene acompañado con un notorio rechazo a cualquier tipo de limitación o cortapisa. La ausencia de límites sería, según Javier Gomá, una de las características más evidentes de la modernidad. Frente a esta idea contrapuso las ideas de pensadores como Goethe, para quien “limitarse es extenderse”.
En este punto quiso la moderada del diálogo pegar un salto brusco hacia el asunto de los refugiados, rompiendo de esta manera el normal fluir de la conversación. Menos mal que Bauman hizo caso omiso de la indicación de Mara Torres y aprovechó su segunda intervención para profundizar en el concepto de libertad. Una idea que siempre viene acompañada con el concepto de seguridad. Según Bauman necesitamos a la vez libertad y seguridad, pero no resulta fácil alcanzar un equilibrio entre ambas. En la actualidad nos vemos obligados a sacrificar nuestra libertad a favor de la seguridad. Esta búsqueda de la seguridad tenemos que lograrla sin el apoyo de nadie, en un contexto en el que todo es fluido: el trabajo, la amistad, las relaciones sentimentales,…todo fluye.
Gomá, por su parte, siguió el ejemplo de Bauman y profundizó en su argumentación. Según el conocido filósofo español hemos pasado del principio de la aristocracia al de la igualdad. En el momento presente reconocemos una dignidad universal en todas las personas, con independencia de su religión, etnia o posición socioeconómica. Sobre este principio de dignidad universal nos “indignamos” ante situaciones como la crisis de los refugios en Europa. Contamos con un ideal ético que nos sirve para discriminar entre lo correcto y lo incorrecto, entre el bien y el mal, entre lo digno y lo indigno.
Pero, ¿A dónde nos lleva esta indignación? ¿Somos una sociedad enferma? Preguntaba Mara Torres a Zygmunt Bauman. De alguna manera aceptamos las grandes desigualdades económicas que se dan en países avanzados como EE.UU. La sensibilidad ante estas desigualdades corre paralela a la profundización de la brecha entre ricos y pobres. Citando a Ulrich Beck, Bauman considera que estamos ante una sociedad cosmopolita sin un cosmopolitismo ideológico. Hoy por hoy asistamos a una patente discrepancia entre lo global y lo local. Pensamos de manera local para hacer frente a retos globales. Esto nos provoca un sentimiento de impotencia que nos conduce a la apatía y a la rutina. Nunca antes había sido tan elevada la distancia entre la realidad y lo ideal.
La pelota pasó al terreno de Javier Gomá ¿Cómo podemos reconciliar lo local con lo global? Le preguntó Mara Torres. Pues encontrando un ideal de perfección que entusiasme nuestras vidas, respondió Gomá. No es fácil formular y luego asimilar este ideal de perfección. Necesita tiempo para madurar y asumirse por el conjunto de la ciudadanía.
Llegado a lo ideal, Mara Torres quiso descender a lo real ¿Por qué el mundo se comunica poco? En opinión de Bauman la persona ordinaria cada día está más confusa, como también lo están los intelectuales. Ciertos fenómenos sociales, con la inmigración masiva, provocan miedo y rechazo. Son situaciones que están más allá de nuestro control y esto nos aterra.
Cuando el debate parecía que entraba en cierto tedio, Gomá elevó la intensidad del diálogo con una expresión contundente y provocativa: “el mal ejemplo genera buena conciencia. El buen ejemplo genera mala conciencia”. Este agudo aforismo despertó a los asistentes al debate. Se notó en el murmullo de fondo. Para ejemplarizar esta idea, nunca mejor dicho, puso el ejemplo de los reality show. A las personas que ven este tipo de personas les reconforta observar en los participantes de este tipo de programa su vulgaridad extrema. Se pueden acostar pensando que, después de todo, no son tan vulgares ni mediocres como a veces piensan. Por el contrario, nos crea mala conciencia cuando observamos el comportamiento ejemplar de un vecino o un compañero de trabajo.
A partir de este punto, Gomá se vino a arriba. A la pregunta formulada por la moderada sobre la eliminación de la asignatura de filosofía en el currículo educativo, Gomá contestó que sí, que es importante desarrollar la capacidad de crítica en los ciudadanos, pero que era todavía más vital despertar la capacidad de gozar y entusiasmarse. No existe, según Gomá, ningún plan diabólico diseñado por los políticos para fomentar la acrítica cívica. No dan para tanto. El principio que gobierna el mundo es la chapuza. Los políticos actúan por impulso. Creen que el objetivo primordial de la política es el crecimiento económico y para lograr este fin diseñan e implementan toda su acción política.
El dominio del pensamiento economicista denunciado por Gomá fue asentido por Bauman, para quien el proceso de construcción nacional ya ha terminado. En este proceso la cultura jugó un papel importante, pero ya no es considerada necesaria para los poderes públicos. De este modo, la cultura y la filosofía se han dejado a cargo del patrocinio privado. La cultura ha perdido su sentido identitario para convertirse en un objeto más de comercialización y consumo.
El último asunto abordado en este interesante diálogo fue el del papel de las redes sociales. Según Gomá estas últimas han permitido ampliar la libertad individual. Como cualquier otra tecnología es neutra. Sus consecuencias dependen del uso que hagamos de ellas. Lo que sí resulta evidente, en palabras de Gomá, es que las nuevas tecnologías han evidenciado la vulgaridad. A muchas personas las redes sociales les han provocado una intensa fiebre de la notoriedad. Todos quieren sentirse especiales. Sin embargo, es fácil caer en la vulgaridad cuando este propósito no viene acompañado de la exquisitez y el buen gusto.
Por su parte, Bauman es de la opinión, que comparto, de que la tecnología no es neutral, ya que ésta influye en lo que pensamos y hacemos. Además las nuevas redes sociales permiten al poder conocer hasta el último detalle aspectos íntimos de nuestra vida que compartimos de manera voluntaria en la red.
En el turno de preguntas, una asistente al acto lanzó la pregunta de cómo convencer a los demás, sobre todo a los más jóvenes, de que es necesario un cambio de percepción y de actitud general ante los grandes retos a los que se enfrenta la humanidad. La respuesta de Javier Gomá fue que resulta imprescindible que seamos capaces de elevarnos a lo mejor: “tenemos que hacer frente a la apatía, la indolencia, el conformismo….Necesitamos, por el contrario, ingenuidad y entusiasmo”. Con esta magistral frase terminó el diálogo entre dos pensadores de talla internacional. Ambos pensadores brillaron con intensidad, pero me gustó más la frescura, el desparpajo y la agudeza de Javier Gomá. Estuvo atento al sentir del público y supo sacudir con elegancia su estado de ánimo para hacerles reaccionar y, sobre todo, pensar.
Pedro María Górriz dice
No pienso que hay un foso entre «la tecnología es neutral» y «…no es neutral». En el segundo caso, la referencia resulta ser, casi siempre, su uso. Con ello ya estamos casi siempre de acuerdo, sin contradicción de fondo entre ambas formulaciones.
En cuanto al asunto, al parecer peliagudo, de la generación de buena o mala conciencia, me parece sensacional el aforismo de Gomá y su ejemplo.
Que la ignorancia rampante pretenda (como lo hace a campo abierto) igualarse cada día más al conocimiento crítico y la inteligencia educada, parece en definitiva producto del uso de un ideal democrático de manera perversa, al que no se ha puesto obstáculo adecuado en la educación contemporánea, desde el preescolar hasta los más altos posgrados. Algo como » tú eres un idiota competente; podría demostrarlo si fueras otra cosa», está haciendo falta en millones de conversaciones cotidianas, privadas y públicas.