Ceuta, 18 de septiembre de 2015.
En una de mis primeras excursiones bauticé al lugar donde me encuentro como “la cama del Hacho”. Es un sitio realmente confortable. Las paredes de este de hogar natural con vistas al mar son de jara y pinos. El suelo es mullido colchón de hojas secas de pino. Y el techo abierto al cielo son las ramas entrelazadas de los árboles.
Este hogar no necesita aire acondicionado ni hilo musical. Aquí la música suena en directo. Alegres pájaros entonan su canción. Tampoco requiere acondicionador: las jaras impregnan el aire de refrescante mentol. El tacto suave de las hojas es muy agradable. A diferencia de la frialdad de las piedras de la playa, las hojas y los árboles siempre están templadas.
Desde el privilegiado balcón al que me asomo veo el mar en calma y el observo el continuo paso de de barco por el Estrecho de Gibraltar. ¡Qué distinto se percibe el mundo desde aquí! Necesitamos este tipo de experiencias sensitivas para reencontrarnos con nosotros mismos y con la naturaleza.
Alojado en este hogar natural la imaginación toma el control de mi mente. Sueño en un mundo poblado de seres humanos renovados en sus sentimientos, pensamientos y acciones cívicas. Un mundo dominado por la bondad, la verdad y la belleza. Un mundo en la que los seres humanos tienen la posibilidad de descubrir su misión vital y están dispuestos a desempeñar su papel en el poderoso drama del cosmos.
Al escribir estas palabras el sol ha tomado altura consiguiendo superar la cúspide de Monte Hacho. Los primeros rayos solares iluminan mi improvisado hogar y calientan mi espalda. Gracias al sol cargo mis pilas y emprendo de nuevo el camino.
En mi recorrido por las sendas del Parque de San Amaro capto bellas imágenes de Ceuta.
Los ciervos mantienen la mirada. Sus ojos reflejan tristeza y hastío. No han nacido para vivir encerrados en un reducido espacio vallado.
Vuelvo a mi hogar artificial no exento de comodidades, pero no tan agradable y bello como el que me ha acogido esta mañana. La naturaleza es siempre acogedora para quienes la aman.
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