Ceuta, 16 de agosto de 2015
Hoy he regresado a la playa del Sarchal. Al bajar por las empinadas escaleras de 275 peldaños he levantado la vista hacia el horizonte para disfrutar de la belleza del mar.
El cielo está limpio y muestra un vivo color azul. Hace más calor que ayer, así que lo primero que hecho al llegar a la playa ha sido darme un baño. Me he sumergido en el agua y al emerger he cerrado los ojos y abiertos los brazos. Con los ojos cerrados mi mente parecía un caleidoscopio. Los colores se sucedían unos a otros sin parar: rosa, morado, azul y el amarillo ondulante de los reflejos del mar que traspasaban la fina piel de mis párpados, tan fina como el resto de mi cuerpo. Por un momento no había mar ni cuerpo. Todo era una unidad acariciada y mecida por las olas.
Estoy solo, bueno no del todo. Una joven gaviota ha permanecido como una disciplinada centinela sobre la roca más alta del lugar. Ha venido a verla alguna amiga o amigo, pero ella ha seguido impertérrita atisbando el horizonte sin perder detalle. Ni siquiera se ha sentido perturbada por la conversación que mantenían sobre nosotros una elegante pareja de cernícalos.
Cuando escribo estas palabras una preciosa mariposa de grandes alas ha realizado un vuelo rasante sobre el mar y se ha dirigido hacia mí rozándome la cabeza. He visto en ella encarnado el espíritu de la naturaleza.
A ratos saco mi ejemplar del Diario del Walt Whitman y leo algunos de sus pasajes. Me gusta acercar sus libros al mar. Sé que su espíritu me acompaña y disfruta tanto como yo de la naturaleza. Su alma está en las mismas olas que rompen junto a mí y salpican mi cuerpo.
Joan Inglada Roig dice
Gracias, poeta, filósofo, hombre!
Ayer, yo también fui a la playa, playa de fina arena, a más de mil kilómetros al norte, hacia el noreste, a la mitad del trayecto entre Barcelona y Tarragona y no por una escalera tan alta, sino por un camino que me invita a contemplar el mundo vegetal que se extiende por doquier. Al llegar a la playa tuve una experiencia totalmente distinta a la tuya. Saludé a un conocido de algunos años un hombre mayor que yo, que ya cumplí los 70. Es un hombre que habla mucho con gran cantidad de palabras, palabras a chorro de cualquier tema, necesita ser escuchado y muchas veces lo escucho; pero ayer fue la última! En un momento tampoco hubo mar ni cuerpo. Alguna de sus frases me desconectó de mi “Yo cósmico” y los siguientes 10, 20 minutos se hicieron inconmensurables. Por fortuna terminé «neutralizando» la situación, quizá porqué mi «Ser espiritual» no me había abandonado totalmente.
En internet he encontrado un sitio titulado «Las hojas de guerra de Walt Whitman» y el siguiente párrafo me ha conectado de nuevo: “Siempre fui un buen caminante, absorbiendo los campos, las playas, los incidentes marinos, los hombres de las bahías, los granjeros, los pilotos de los remolcadores, los pescadores. Todos los veranos navegaba a vela. Siempre gocé de las playas desiertas y algunas de mis horas más felices las pasé allí”.
Yo soy caminante, años atrás de playas solitarias y actualmente de bosques pre-pirenaicos y abrazo algunos árboles. También estoy solo, aunque, como tu, no del todo. Mis arboles maestros permanecen como disciplinados centinelas sobresaliendo del bosque, impertérritos atisbándome a través de las ventanas de mi casa, mientras escribo en el ordenador, velando entre todos gracias a su «internet radical» para que no pierda mi conexión con mi «Ser superior». Nunca se sienten perturbados por nada, puesto que conocen el entorno de antiguo y están profundamente radicados y proyectados hacia las estrellas. Y agradezco la compañía de toda la naturaleza y la absorbo con todos sus incidentes y hablo, al regresar, en el pueblo, con los, algo más que yo, viejos del lugar y lo estoy gozando y algunas de mis horas más felices las paso allí.
Muchas gracias, de nuevo, Jose Manuel Perez Rivera!
PS: pido perdón por los plagios, a ti y a Whitman allí donde pueda recibirme.
admin dice
Muchas gracias, Joan: Te agradezco tu interés en el contenido de mi página. De todos los epítetos que me dedicas al principio de tu comentario el que más me gusta es el de «hombre», en el sentido que le daba Whitman. Los paisajes son muy diversos y todos tienen su encanto. Paisaje y paisanaje no se pueden separar. Siempre nos encontraremos con personas que buscan distintas cosas en el lugar. Unos, como tú amigo, necesitan algo tan elemental para el ser humano con la comunicación y el diálogo. Pero claro, otros vamos buscando en la naturaleza reencontramos con nosotros mismos y sentir una profunda unión con la naturaleza y el cosmos. Es una sensación difícil de explicar, pero muy gozosa. Whitman fue, además de un gran poeta, un enorme profeta de un nuevo tiempo y de una manera distinta de sentir y vivir la vida. Me gusta mucho el sentimiento que transmiten tus palabras. Es un lenguaje que me resulta muy cercano y una emoción compartida. Yo también abrazo los árboles y siento su fuerza. Creo que somos unos grandes afortunados por contemplar el mundo desde un punto de vista tan trascendental y elevado. Cada día tengo más claro que la felicidad consiste en nuestro participación consciente en la naturaleza y el cosmos. Me alegro mucho que hayas contactado conmigo. Como decía Ortega y Gasset, «un alma necesita respirar almas afines, y quien ama la verdad necesita respirar aires de almas veraces». Yo ampliaría esta frases a las personas que aman la belleza, que también necesitamos respirar aires de almas bellas. Muchas gracias, Joan. Espero que sigamos en contacto. Un abrazo,
P.D: Uno escribe para compartir emociones y sentimientos. Si otros se hacen eco de tu voz interior el sonido llegará más lejos y podrá despertar alguna que otra alma durmiente.
Joan Inglada Roig dice
Gracias, José Manuel: El encuentro de mayo en la Sierra de Miraflores, me ha enriquecido muchísimo, a pesar de no haber podido asistir.
Nadie podría haberlo expresado mejor: «Unos, como tú amigo, necesitan algo tan elemental para el ser humano como la comunicación y el diálogo». Y es que llevo tiempo observando y rumiando este aspecto de lo humano y tu lo sintetizas en una frase, sencilla, pero clarísima; y así es como mejor se solucionan los problemas. Gracias de nuevo.
Un abrazo, también y con mucha emoción después de leer la cita de Ortega y Gasset y la postdata; el futuro contacto queda así asegurado.
admin dice
Fue una lástima que no pudieras asistir al encuentro de Miraflores. Fue una experiencia muy enriquecedora, como dices. Bueno, ya habrá próximas ocasiones de conocernos. Me alegro que mi frase haya conectado con tu reflexión sobre la condición humana. Los atributos fundamentales del ser humano son la comunicación, la cooperación y la comunión que dependen de símbolos comunes. Sobre estos símbolos damos significado, función y valor a la vida. La mayor parte de estos símbolos proceden de nuestra naturaleza interior y exterior. Los más fuertes son aquellos que están presente tanto en el mundo objetivo como el subjetivo. Por eso amamos a los árboles.
Celebro que la cita de Ortega y Gasset te haya gustado. Refleja una gran verdad. Seguimos en contacto,