Ceuta, 8 de septiembre de 2015
El día amanece nublado. Los rayos del sol se esfuerzan en atravesar la espesa capa de nubes. Algunos de ellos, los más fuertes, consiguen su objetivo y como recompensa pintan de rosa el cielo.
Abro la ventana. Dejo que el aire fresco de la mañana entre en mi habitación y acaricie mi cuerpo. El paisaje a mi alrededor no es nada atractivo. Cientos de coches ocupan el espacio entre edificios de nulo valor estético. Todo está en calma. La ciudad aún duerme. Pronto los vehículos empezarán a moverse y dentro de ellos unos adormilados ciudadanos tomarán el camino a sus trabajos. El ruido de los motores amortigua el cantar de los pájaros que alegres reciben al nuevo día.
Mis sentidos están despiertos y mente dispuesta a vivir nuevas experiencias. En cuanto a mis sentimientos ¡Qué decir de mis sentimientos! Siento una gran inquietud provocada por la pugna entre lo que soy y lo que quiero ser; entre lo que puedo y lo que deseo; entre lo que debo hacer y lo que hago. Si por mi fuera me vestía ahora mismo y me iba al campo con el único propósito de vivir de manera deliberada. Cada día siento con mayor fuerza la llamada de la naturaleza. En ella encuentro la paz necesaria para pensar y escribir. Sólo en su compañía soy capaz de escuchar mi voz interior que es su propia voz hablando a través mía. La naturaleza se ha convertido en algo esencial para mi bienestar personal.
En la naturaleza sueño despierto. Mis emociones fluyen sin obstáculo nutriendo el río de mis ideas y de mi imaginación. Caen en cascada sobre el fondo de mi alma y sus salpicaduras mojan la seca tierra de la política, la cultura y el arte. La vida cívica necesita la refrescante y nutriente sustancia de nuestros ideales, ideas y sueños para que vuelva a ser fértil. Las semillas del amor, la sabiduría y el arte necesitan ser regadas con la bondad, la verdad y la belleza. Requieren la luz de la verdad, el amoroso cuidado de los hombres y mujeres y el abono de la imaginación creativa.
El sol se ha impuesto a las nubes en esta mañana. Siguiendo su ejemplo la bondad puede imponerse a la maldad; la verdad a la mentira; y la belleza a la fealdad. Renovados ideales sociales, económicos y políticos emergerán de esta tierra abonada y regada por nuestro pensamiento gracias a una ciudadanía comprometida. Nuevas ideas florecerán gracias a la iniciativa cívica, la educación y la cultura. Nuevos proyectos echarán sus raíces y crecerán hasta convertirse en frondosos árboles de la vida.
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