Ceuta, 30 de noviembre de 2015.
Intuyo que el amanecer de hoy va a ser espectacular. Un tenue color rosáceo impregna a las espesas nubes que ocultan el horizonte. El sol viene con fuerza en esta madrugada de lunes. Falta le va a hacer esta fuerza para penetrar unas nubes que, a pesar del fuerte viento, no tienen intención de moverse.
Venus, Júpiter y la estrella Arturo dominan el firmamento. No quieren perder detalle de este singular combate entre el sol y las nubes. Esta batalla no tiene muchos observadores. Lo más probable es que pase desapercibida para la mayoría de los ceutíes. Solo unos pocos románticos somos testigos de esta contienda que tiñe de rojo el horizonte. No es que sea sangrienta la batalla. Es, más bien, un juego en el que casi siempre gana el sol, excepto en los tristes días grises en los que las nubes impiden que vemos al astro rey.
Los días más bellos son aquellos en los que las nubes y el sol litigan por el dominio del cielo a plena luz del día. Una luz que en Ceuta es intensa y clara. Esto hace que los cielos de esta ciudad sean espectaculares. Las únicas que parecen apreciarlos son las abundantes gaviotas y otras aves que sobrevuelan continuamente Ceuta.
Suena la campana de la iglesia del Valle. Son las 8:00 h de la mañana. Quedan apenas diez minutos para la salida del sol. Las nubes siguen blancas, pero pronto cambiaran de color. Observo atento el horizonte. Los minutos parecen que no pasan. El tiempo se ha detenido.
Las hasta ahora abigarradas nubes empiezan a difuminarse por los bordes. Están actuando con gran astucia. Al desplegar sus fuerzas en el momento preciso han extendido una tupida cortina que los rayos del sol no pueden atravesar. Las nubes han ganado la batalla. Desde luego no esperaba este desenlace del enfrentamiento entre las nubes y el sol. He aprendido que se puede dar una batalla por perdida. La inteligencia puede vencer al poder. Y así ha ocurrido hoy en este esplendido combate entre sol y las nubes.
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